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Intensa jornada de injusticias y estrellas en la Berlinale

por © E.E. (Berlín)-NOTICINE.com
Jude Law, Rooney Mara y Steven Soderbergh (Reuters)
En un día que desearían para sí los programadores de cualquier festival, con el denominador común de la injusticia y la crueldad de la vida, la Berlinale ha proyectado este martes la cinta estadounidense "Efectos secundarios", última (quizás...) obra del prolífico y diverso Steven Soderbergh; la francesa de Bruno Dumont "Camille Claudel 1915", con una Juliette Binoche desplegando a cara descubierta todo su talento interpretativo, y la "clandestina" cinta iraní "Pardel", del cineasta Jafar Panahi, en arresto domiciliario, y su colega Kamboziya Partovi, un nuevo homenaje del certamen alemán al primero, ganador del Oso, jurado frustrado y homenajeado por su lucha en favor de la libertad de expresión en la teocracía iraní.

Paulina García, muy elogiada por su papel en la chileno-española "Gloria" lo va a tener duro para lograr el Oso de Plata a la mejor actriz tras asistir al recital de Juliette Binoche en el duro drama "Camille Claudel 1915", que como su título explicita no es una nueva biografía de la escultora, colaboradora y musa de Rodin como la ya protagonizada en el cine por Isabelle Adjani en 1988, sino que se centra en ese año preciso, cuando la artista está internada en el psiquiátrico donde acabó muriendo bastantes años después, y espera la llegada de su hermano, el conocido escritor Paul Claudel.

Precisamente Dumont se ha inspirado en las cartas auténticas de Camille a Paul, para escribir este duro y claustrofóbico drama en el que sobresale la enorme Binoche, capaz de expresar con sus silencios y miradas tanto como en sus escasos diálogos. Asistimos a la tragedia de esta mujer incapaz ya de crear la belleza con sus manos de artista, las mismas que impresionaron por década y media al mismísimo Rodin, de quien fue amante e inspiradora, víctima de sus obsesiones y de la paranoia, y rodeada de mujeres mucho más enfermas que ella misma. Dumont filmó la cinta en un establecimiento psiquiátrico real y usó a internas y médicos interpretándose a si mismo, casi cien años después de que ocurrieran los hechos.

La actriz francesa ha explicado que pasó tres semanas viviendo en ese lugar antes de rodar, y que su principal problema fue "encontrar mi lugar en la película, sentirme próxima a las pacientes, pero no demasiado". "El verdadero desafío -comentaba la actriz francesa- era expresar la desnudez en todo: las emociones, el paisaje... No ser nadie, abandonada en la soledad profunda de un asilo durante 30 años, cuando se trata de un ser de una gran envergadura con una pasión creativa excepcional. Se trataba de mostrar lo que la vida puede llegar a hacer a veces a los seres que tienen más para dar".

Si la injusticia y el dolor que muestra hasta la extenuación del espectador "Camille Claudel 1915" es real, la trama de "Efectos secundarios" es una ficción, escrita por Scott Burns (quien ya trabajó para Soderbergh en "Contagio"), pero muy próxima a lo posible. Aquí se trata de las impunes maquinaciones de la industria farmaceútica para lanzar al mercado drogas cuyos efectos son imprevisibles y no han sido suficientemente estudiados, cuando no usan a pacientes que ignoran ser conejillos de indias.

El personaje de Rooney Mara, una mujer depresiva bajo tratamiento de psicotrópicos con la que se prueba una nueva droga, acaba asesinando a su marido (Channig Tatum), recién salido de la cárcel tras unos años de condena por manejos bursátiles, sin que recuerde nada de los hechos. Para evitarle ir al psiquiátrico, su médico (Jude Law) estudia sus tratamientos pasados, y contacta con la doctora que la atendió antes (Catherine Zeta-Jones).

Steven Soderberg aporta su esfuerzo tras la cámara para dotar de ritmo y tensión a esta cinta de suspense, clásica en su forma, inspirada por Hitchock, según ha confesado aquí el cineasta, quien bromeó con el hecho de haber hecho un "thriller" muy oscuro "cuando se supone que estoy en el crepúsculo de mi carrera". Al respecto, añadió que en efecto tiene pensado dejar el cine "al menos por un tiempo", como ya había declarado previamente por su cansancio ante unos productores y financieros que creen tener la clave de lo que puede funcionar y limitan la creativa de los cineastas.

"Pardé" (Cortina cerrada) es una metafórica historia, en la que intervienen sus codirectores también como actores, y con ella la Berlinale vuelve a recordar al mundo la injusta detención domiciliaria de Jafar Panahi, condenado no sólo al encierro, sino a 20 años de silencio creativo, algo que -como vemos- el cineasta opositor se niega a cumplir. Fuera del Berlinale Palast, un pequeño grupo de manifestantes, acompañados por figuras que representaban con fotos a tamaño natural la silueta del realizador de "Off side", recordaron con carteles que Panahi "Debería estar aquí". Sin embargo, las gestiones realizadas por el director del festival, Dieter Kosslick, quien recurrió a la mismísima canciller Merkel para que intentara arrancar a las autoridades iraníes un permiso especial para acudir al certamen, fracasaron irremediablemente ante el muro mental de los ayatolahs en el poder. Los valores propios de la película están bastante por debajo de su importancia simbólica, pero han cumplido el objetivo de denunciar nuevamente la represión contra cualquier creador que en Irán piense diferente.