Jorge Pérez Solano ("La tirisia"): "El cine te toca el corazón pero también te ha de tocar el cerebro"

por © J. M. Calvache (Valladolid)-NOTICINE.com
Jorge Pérez Solano (Seminci)
Tras pasar por Guadalajara, Karlovy Vary o Montreal, por solo citar algunos festivales, la mexicana "La tririsia" es la única película latinoamericana presentada a concurso en la 59ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que acaba este sábado. Su director, el mexicano Jorge Pérez Solano, detalla en la ciudad castellana a NOTICINE.com sobre su segundo largometraje hasta la fecha que el título, "La tirisia", es un término mexicano que se le aplica a la gente que pierde las ganas de vivir, cuando se les escapaba el espíritu.

Este mal lo padecen los personajes que retrata Solano, y que habitan en una zona de México desconocida para la mayoría de sus paisanos, dejada de la mano del hombre, aislada y parada en el tiempo. "Es una forma de ver al mexicano normal, pero yo uso esas figuras pueblerinas para reflejar la generalidad del pueblo mexicano en su totalidad. Los personajes de este pueblo personifican al mexicano normal, devoto de la virgen, de Dios, que siempre está esperanzado de los políticos, que piensa que el ejército va a defenderlo y no es así. Se ven las mismas carencias desde hace 20 años, y eso es lo que quería plasmar con la película… "El sentimiento más importante del mexicano es la nostalgia", apostilla.

En la película los personajes sueñan con poder salir de este paraje abandonado, situado en la zona sureña de la Mixteca, cerca de donde es originario el director. El paisaje es un personaje más, es espectacular a pesar de su monotonía. "Significaba un reto, construir con pocos elementos, pocos personajes y pocas palabras una historia".
Lo que más sorprende del paisaje son las salinas y los enormes cactus donde viven las dos mujeres embarazadas que protagonizan la cinta. Cada una ellas, Cheba y Ángeles, representan un modo diferente de afrontar su difícil realidad, la esperanza y la apatía.

"La única posibilidad que les doy a los personajes -agrega- es que si no hay un cambio radical en sus vidas, no van a cambiar su situación. Pero aun así, escapar tampoco es una solución porque lo que les espera es quizá peor". Sigue narrando el director, que lo que más le importaba eran "los personajes y su entorno. El político, la religión y el ejército están presenten como algo que siempre está ahí en nuestras vidas aunque no se mezclen directamente con los personajes de la película".

Solano cuenta las dificultades que encontraron al rodar en esta zona tan oculta, casi desértica de México: "Rodábamos a 38 o 40 grados, bajo un sol seco, con polvo todo el tiempo. Fue una semana afortunadamente. Lo que me sorprende es que el mexicano de las ciudades normalmente ignora que existe ésta parte de su país".

La cinta tiene un ritmo pausado, casi sin diálogos y sin apenas sonido de fondo, "quitamos el sonido de los pájaros y la carretera, porque era muy importante el silencio, porque el medio que retratabamos en el fondo está muriendo". De esta manera, la película desafía al espectador, trabajando con imágenes simbólicas: "En el cine que estamos acostumbrados a ver, todo te lo explican. Creo que el cine tiene que activar las neuronas del público y quería que la gente que viese la película pensase en qué es lo que está pasando por la cabeza de los personajes. Creo que cada persona que se siente en la butaca va a construir una historia distinta".

El pueblo está anclado en el tiempo, no sabemos en qué época estamos hasta que no aparecen objetos de la actualidad, como móviles o video consolas. El director afirma que "quería ver cómo evolucionaban los niños. Empiezan jugando en la calle con animales, y acaban jugando a la PlayStation. Es una involución más que una evolución".

Unos de los personajes más importantes de la cinta es Canelita, el mejor amigo gay de Cheba. "Esta persona está contenta con su vida, quizá el único de la película. Quiere conservar su vida tal y como la lleva a cabo y es coherente con ella. Sabe lo que quiere y es feliz, porque vive contra los preceptos de la iglesia. El mensaje oculto que planteo es que nuestra forma de ver la vida ya no funciona. Hombre, esposa e hijos, ya no es la única manera de vivir", detalla Solano.

El cineasta mexicano acaba charlando informalmente sobre este tipo de cine, de Bergman, Tarkovski y la necesidad de enseñar a ver las películas desde niños: "Nadie nos ha enseñado como leer una película. El cine te toca el corazón pero también te ha de tocar el cerebro".

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