"Ocho apellidos vascos" también hizo reir en Panamá

por © NOTICINE.com
Alvaro Augustín con la directora del festival (C. Agrazal)
Por José Romero Carrillo

No resulta extraño que la histórica comedia española de Emilio Martínez Lázaro haya cautivado al público que se dio cita en el majestuoso Teatro Nacional ubicado en el centro histórico de la ciudad de Panamá. Los aplausos obtenidos la noche del jueves, confirman la acertada decisión de abrir el festival de cine de Panamá con una película taquillera, y más en específico, la más vista en la historia del cine español, y  a título personal despejaron una duda que tenía sobre ella.

Con la credencial de ser el récord histórico del cine español, me resultaba inexplicable que no haya visto previamente en América Latina, ni se haya vendido a nuestros mercados. Y es que inaugurar el IFF Panamá con una cinta de este filón comercial te asegura dos logros de mucho interés: la predisposición del público espectador hacia ese “otro cine” que vendrá en los próximos días y la fidelidad de una prensa local que todavía no toma consciencia a cabalidad de la importancia de este todavía joven festival.

El productor Álvaro Augustín fue el encargado de presentarla al auditorio, reconociendo en primer lugar la curiosidad que tenía de ver como el espectador panameño reaccionaba a una película que raíces muy locales, como aquellas diferencias que se han impuesto entre dos distantes comunidades autónomas ibéricas, la vasca y la andaluza. Luego de verla en el cine -pues la primera vez fue en una pequeña pantalla de un vuelo comercial- puedo atestiguar que la película funciona como comedia romántica sobre un improbable encuentro y choque cultural entre dos jóvenes.  

Y es que su efectividad, fuera del territorio ibérico, deja de lado un riquísimo subtexto de significados, modismos y referencias locales que solo un natural de España entiende y por supuesto, hacerte comprender. Entonces me resulta razonable que el revuelo mediático tras su estreno, que nos contó Agustín, no haya traspasado las fronteras y que la película no tuviera la repercusión global que sin duda merece.  

Previamente, la directora del Festival Pituka Ortega hizo un breve discurso donde hizo hincapié en la importancia del IFF Panamá para la región, en el sentido en que en estos pocos años se ha constituido como la vitrina del mejor cine que se hace en Centroamérica y el Caribe. Mucho de ello tiene que ver con apoyos económicos que se brinda, mediante concursos,  a proyectos cinematográficos de los países cercanos. También resaltó que el verdadero destinatario de todo este esfuerzo no es más que el espectador panameño, que durante ocho días tiene el privilegiado chance de apreciar “el poder del otro cine”, como reza el lema de este festival.

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