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Por José Romero Carrillo

La noche del sábado en el Festival de Panamá entre las muchas opciones hubo una que era ineludible: "Magical girl", del español Carlos Vermut. La reciente ganadora venía con el prestigio de ser la más reciente ganadora de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián; además del premio a mejor director. Este doblete afortunado solo ha sucedido en un par de ocasiones en el festival ibérico.

La segunda película de Carlos Vermut es una propuesta cerebral y críptica. Es de ese tipo de películas planificada con rigurosidad, armada para que exista ninguna fisura tanto en el guión como en la puesta en escena. Ningún elemento es dejado al azar, aunque pareciera… Y de lo críptico, se refiere directamente la estructura narrativa que utiliza el cineasta, a lo difícil, enigmático de su argumento. Si el espectador desea obtener todas las respuestas y la comprensión total de la película en un primer visionado, definitivamente, esta no sería una elección correcta.

Vayamos con la sinopsis, con el esqueleto de esta sugerente e imaginativa fabula: Alicia (Lucía Pollán), una niña enferma, sueña con el vestido de la serie japonesa 'Magical Girl Yukiko'. Luis (Luis Bermejo), su padre, hace todo lo posible para conseguirlo. Su destino se cruza con el de Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven con desórdenes mentales, y con el de Damián (José Sacristán), un profesor retirado de todo menos de su tormentoso pasado.  

Con esto sobre la mesa, Carlos Vermut realiza su acto de magia sobre el amor, el racional y el instintivo. Ahí se perfila Vermut como un demiurgo, como un maquinador que fascina por su manera de presdigitar las emociones y jugar con los tiempos a su antojo. Y lo mejor, que no nos demos cuenta de ello.

Las influencias que vienen la mente son múltiples, pero David Lynch y Quentin Tarantino son las más inmediatas. Ello repercute en una propuesta que desafía la comprensión, seduce su no total asimilación y lo más importante, interesa seguir hurgando en sus entrañas. Este ambicioso puzzle es inagotable, y así lo supo retribuir el público del IFF Panamá que se dio cita en el Cinépolis Multiplaza para agradecer con un efusivo aplauso tras su proyección.

Allí estuvo el productor Pedro Hernández -en perfecta sintonía con el misterio de "Magical Girl"- para no absolver a cabalidad las interrogantes de la película sino más bien para dar su propia versión de la experiencia que resulto el trabajar en un película como esta, que escapa de los cánones del cine narrativo tradicional y necesita un tiempo para seguir "procesándola".

Como explico Hernández, lo que le llamó la atención y fue lo que convenció de que debía integrarse a esta aventura cinematográfica fue la habilidad de Vermut de comprimir e hipnotizar en solo una página argumental. "Si era posible reducir y mantener el potencial de su historia en una página, tenía que hacerla yo". A la distancia y con la película ya realizada, no puedo más que afirma que "Magical Girl" no es para todos los públicos pero esas audiencias que la estiman sabrán reconocer a tenemos a una nueva voz de interés dentro nuevo cine español.

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