25 Festival Cine Ceará: Balance Final

por © NOTICINE.com


Por José Romero Carrillo

 Lo que se ha visto en la edición 25 demuestra un cambio radical de programación y enfoque de lo que espera de este pequeño festival. El año pasado veíamos un festival que buscaba actualizar al espectador del cine brasilero y ser una ventana para la todavía incipiente producción audiovisual cearense, pero en lo que respecta a cine iberoamericano era evidente que se carecía de un criterio que nucleara en una sección competitiva de largometraje de categoría, pues en definitiva, es este apartado la cara reconocible de todo festival.

Este 2015, trajo nuevos aires al Cine Ceará y con un aplomo pocas veces visto en el circuito de festivales, en seis meses, que fue el tiempo entre la edición 24 y la actual, se levantó un nuevo certamen en lo programático pero se conservó la esencia de festival boutique, de calidez que es cualidad de todos los miembros de la organización y ese ambiente festivo que rehúye del glamour y la exquisitez de otros eventos de la región. Otra característica, de este cambio de rumbo está en que ahora si es reconocible la figura de un programador dentro del staff, ya no se encontró por ejemplo los despropósitos o la presencia insólita de "Dólares de arena" en la selección del año pasado, donde fue de lejos, la única película de reales posibilidades de alcanzar -con justicia- el premio mayor. Y este problema no es solo del Cine Ceará sino también de tantos otros eventos que claramente prolongan y/o ignoran esa desvinculación existente entre lo que quieren ser y lo que realmente ofrecen.

La recuperación del CineTeatro São Luiz fue una decisión acertada, que tuvo una inmediata respuesta en el aumento de cantidad de asistentes, si es que lo comparamos con lo visto el año pasado. Por la mejor ubicación de recinto o una mejor campaña de difusión, el CineTeatro São Luiz está llamado a ser la sede natural del festival, y por supuesto funcionar, como se anuncia, como un cine público de exhibición continua a partir del próximo mes.

Los nueve títulos que fueron seleccionados para competencia de largometrajes, salvo las dos producciones brasileras, eran películas de fuste, producciones contrastadas y vigentes en importantes festivales del mundo. Ninguno resultó ser advenedizo o de presencia injustificable.

Entre las producciones de prestigio del 2014, había un par que tenía que ser incluido en la programación. Me refiero a “Jauja”, del argentino Lisandro Alonso y “Cavalo Dinheiro”, del maestro portugués Pedro Costa, cintas de extraordinario nivel y verdaderas cartas de presentación de este nuevo Cine Ceará. Por otro lado, la premiada en Berlín “El club” del chileno Pablo Larraín o la peruana “NN” son aquellas cintas de estreno, latino o nacional,  que siempre son aplaudidas y observadas con atención por festivales vecinos. Y para terminar con las extranjeras, están las obras de jóvenes directores, de vocación experimental o transgresora: “La Obra Del Siglo”, de Carlos Machado Quíntela, ganadora de uno de los Tigers Hivos de Rotterdam, “Crumbs” del español Miguel Llansó y la vasca “Loreak”, de José Mari Goenaga y Jon Garaño, que dan algún espacio para la sorpresa, pues nunca se sabe cómo puede la crítica o el público a reaccionar ante ellas.

Lo de las películas nacionales es comprensible, tanto "Real Beleza" como " Cordilheirasno Mar: a Fúria do Fogo Bárbaro” son producciones atractivas para el espectador cearense ya sea por la popularidad de su director o alguien del elenco, o por referirse al inmenso Glauber Rocha como es el caso de la segunda película mencionada. Hay que reconocer que frecuentemente, y especialmente en este caso, es necesario ofrecer cintas amables o de fácil empatía con el espectador. Este año esta tarea le correspondió a los filmes brasileros. También está el detalle que Cine Ceará no es uno de los destinos predilectos por los directores para estrenar películas nacionales de calidad. Sin embargo, estoy convencido que luego de este "subidón" de nivel del Cine Ceará, y siempre y cuando, se mantenga este criterio programático cono dogma, todo esto cambiará.

El balance final de esta vigésima quinta edición fue muy satisfactorio. Primero porque sitúa a Ceará como uno de los festivales del Brasil a los que hay que atender y segundo, por qué ratifica el hecho que nunca es tarde para salir de esa tranquilidad o conformismo que otorga el haber hecho las cosas de una manera determinada por varios años. El no cambiar, muchas veces no permite apreciar el potencial de nuestros festivales y lo que es peor, nos limita en nuestra capacidad de desafiarnos, de reinventarnos, que es lo que en definitiva el Ceará Cine ha realizado en la celebración de su primer cuarto de siglo. Esperemos se persista con la misma visión el año 2016.

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