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Alberto de Mendoza: El otoño del galán que volvió a Buenos Aires

Imagen retrospectiva de Alberto de Mendoza
Imagen retrospectiva de Alberto de Mendoza
Galán del cine argentino, español, mexicano e incluso italiano durante décadas, Alberto de Mendoza tiene ya 87 años, pero sigue en activo y con su elegancia y clase intactas. Así lo han recibido en su país natal, la Argentina, al que ha vuelto desde España, donde ha residido durante más de un cuarto de siglo, para participar en "La mala verdad", una película de Miguel Angel Rocca. "A mi edad, los proyectos son nada más que proyectos, pero yo sigo empecinadamente con mis ganas de trabajar", ha dicho el veterano actor a La Nación.

Mendoza, que ha intervenido en más de un centenar de títulos en seis décadas, recuerda que desde 2003 no filma en la tierra que le vió nacer, cuando hizo "Cleopatra", de Eduardo Mignogna: "Sentía la necesidad de retornar a la pantalla argentina. Cuando me ofrecieron el protagónico de "La mala verdad", no dudé en aceptar esa oferta, ya que tenía en mis manos un excelente guión, iba a ser dirigido por Miguel Angel Rocca, de quien había visto "Arizona sur", su anterior largometraje, y tendría como compañeros de elenco a Carlos Belloso, Malena Solda, Cecilia Rosetto y Norman Briski. Esta era, sin duda, la oportunidad de volver a este Buenos Aires al que siempre extraño y regreso con menos frecuencia de la que quisiera".

"La mala verdad", que rueda durante dos meses en la capital porteña, trata del delicado tema de los abusos en el marco de la familia. "Es un tema -explica el octogenario intéprete- que indaga en las relaciones familiares, los vínculos, los pactos implícitos, la niñez y el derecho público y privado. La historia se centra en una niña que fue creciendo en un contexto de horror y que necesitó de una atenta mirada externa para tener la posibilidad de vivir mejor. Mi papel es el de un abuelo que, detrás de su sonrisa y de su fragilidad, oculta el peor de sus secretos".

A los 87 años, que recuerda y cita sin ningún pudor, De Mendoza rememora sus inicios cinematográficos en los primeros años 40 ("El viejo Hucha", de Lucas Demare) y se muestra feliz de la carrera que el destino le ha deparado. "Siempre quise ser actor, y lo logré desde muy abajo. Confieso que tuve suerte, ya que desde un principio estuvieron a mi lado como maestros los más importantes directores de la cinematografía nacional y accedí al teatro de la mano de las más populares figuras de aquellos años. Pero el alma de viajero nunca se apartó de mí y, en 1956, fui contratado para actuar en varias películas mexicanas, entre ellas "Que seas feliz" y "La adúltera". De nuevo en Buenos Aires, el cine prosiguió brindándome enormes satisfacciones al protagonizar "El jefe", "La cuna vacía", "Ellos nos hicieron así", y una enorme cantidad de títulos más que me permitieron lograr el favor del público. El teatro también me permitió asentarme como actor con obras, como "Filomena Marturano" (que también hizo en cine) y "Un tranvía llamado deseo". En 1966, me trasladé a España para inaugurar el teatro Bellas Artes, de Madrid, con "Divinas palabras", de Ramón del Valle Inclán, y, desde ese momento, los viajes entre aquel país y la Argentina se multiplicaron sin cesar".

Sin embargo, a pesar de los regalos pródigos de una tan larga vida profesional, Alberto de Mendoza no tira la toalla y se aferra a su arma de siempre, la actuación: "A mi edad, los proyectos son nada más que proyectos, pero yo sigo empecinadamente con mis ganas de trabajar. En Buenos Aires estaré ocho semanas para rodar "La mala verdad" y, de vuelta a España, posiblemente retorne al teatro? Pero lo importante es que ahora estoy disfrutando de estos aires porteños que tanto extrañaban, que me remiten a mi lejana juventud y que me vuelven a poner en contacto con tantos entrañables amigos".