Hablamos con Cristian Jiménez, ante el estreno chileno de “Bonsái”

Cristián Jiménez
La travesía de la cinta chilena “Bonsái”, iniciada el año pasado en el Festival de Cannes, llega a una de sus etapas más trascendentales como es el estreno comercial en su propio país. Tras haber realizado una serie de funciones especiales en diferentes ciudades -que incluía como bonus, el recital de la banda Pánico, creadores de la banda sonora de la propia película- “Bonsái” ya está en las salas de Santiago desde este jueves, con siete copias, y una octava que se proyectará solo este fin de semana en la ciudad de Valdivia. José Romero dialogó con su director y guionista (a partir de una novela de Alejandro Zambra), Cristián Jiménez.

- ¿Cómo definiría, en pocas palabras, su película “Bonsái”?

Una historia de amor, libros, plantas; más que una película literaria es un homenaje a la mentira como ficción.

- ¿Cómo le llegó el libro y qué le motivó para adaptarlo?
Recuerdo que lo compré en una librería apenas salió y a la primera lectura me encantó. Pasó el tiempo y un día decidí volver a leerlo; me había quedado con una sensación de que necesitaba una segunda vuelta. Y fue en ese momento que se me ocurrió la idea de adaptarlo. Fue como 2 años después de leerlo por primera vez.

- ¿Qué sentió al competir al lado de Gus Van Sant, Bruno Dumont o Hong Sang Soo en el pasado Festival de Cannes? Y teniendo más en cuenta, que no veo, a su película, como la clásica propuesta de este tipo de festivales...
Debo reconocer que al principio, sentí un poco de extrañeza. Luego ya te acostumbras a la idea y la disfrutas.

- “Bonsái” es un film romántico, nostálgico y hasta con toques de comedia, todo en un equilibrio que en ningún momento se desborda, ¿cómo logró modular y encontrar el tono correcto que quería darle a su película?
No sé si hay un método exacto. Sabía que el tono era decisivo y que debía encontrarlo. También sabía además que era muy importante que ese tono surgiera naturalmente de los actores, aunque fuese ligeramente artificial. Por lo tanto, le dediqué mucha energía y tiempo al casting; en un momento la directora de casting me dijo: los pobres actores se están volviendo locos. Lo bueno fue que después no hubo que ensayar nada.

- En su película aprecio una influencia directa del cine de Aki Kaurismaki, ¿Qué cineastas considera fundamentales en su formación como director?
Lo de Kaurismaki es verdad. También Ozu y Wes Anderson. Cuando no hacía cine me gustaban mucho Stanley Kubrick y Eric Rohmer. Nunca me había puesto a pensar en Rohmer hasta que los periodistas franceses me volvían loco con preguntas sobre él. Reconozco que lo más cerca que podía sentirme de Rohmer era a través de Hong Sang Soo; pero ahora que lo pienso mejor, sin que yo lo supiera, siempre ha habido una influencia de Rohmer.

- Cuéntenos un poco de su experiencia en el festival de La Habana...

Nunca había estado en cuba y fue alucinante, y a la vez, un poco decepcionante. Esa cosa asombrosa que aún respira a ratos, mezclado con los comités de Defensa de la Revolución, sinceramente, me parecen abominables y la apertura, un poco burda al comercio, a ratos cansa. Te sientes como un billete ambulante. Lo que más me gustó fue la manera en que la gente se comporta en el cine: todos hablando en voz alta, muchas veces soltando comentarios nada ligeros, las personas respondiéndose de una fila a otra, las risas, los aplausos. Todo eso fue un desparpajo que amé.

- Hablando de festivales, ¿Qué tan importantes han sido para difundir “Bonsái”?. Y los premios, en especial, el obtenido en el Festival de Miami, ¿le apartan algo?
Creo que en el actual clima de guerra que se vive en los cines del mundo, los festivales son una especie de oasis. Siempre uno quiere trascender el circuito especializado, pero se disfruta mucho el intercambio con ese público justamente cinéfilo. Los premios puede que ayuden a romper barreras. En el caso, específico, de Miami, hay un estímulo en cash para el distribuidor norteamericano que mejora sus posibilidades de salir al campo de batalla.

- ¿Resultó duro el camino para estrenar comercialmente la película en su propio país?
Un poco, pero en vez de quejarnos hicimos una gira con la banda que hizo la música de la película y así entramos a los cines en onda festiva. Pero el escenario está burdamente dominado por las majors. Se ha vuelto demasiado complicado ir al cine en Chile, especialmente para quienes les gusta mucho el buen cine.

- ¿Será estreno nacional, ciudad por ciudad? ¿Cuéntenos un poco de la estrategia para difundir una cinta nacional dentro de un mercado, que suponemos, tiene una hegemonía netamente hollywoodiense?
Primero la gira con la banda y el escritor. Después salimos sólo en Santiago y en la medida que vamos perdiendo copias, pasamos a las ciudades de provincia. Un plan simple, pero que permite concentrar los espectadores en unas pocas copias y ojalá tener mucha vida, que es lo que yo creo que la película merece.

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