Esteban Larraín estrena "La pasión de Michelangelo", una película "sobre la Fe"

'La pasión de Michelangelo'
"Todavía hay gente que cree en Miguel Ángel", dice el realizador chileno Esteban Larraín -quien tras algunos documentales y su primer largometraje ("Alicia en el país")- estrena esta semana en Chile "La pasión de Michelangelo", una película de ficción inspirada en el polémico caso ocurrido en los años 80, sobre un adolescente que aseguraba tener visiones místicas donde veía y recibía mensajes de la Virgen María, en un pequeño pueblo de la zona central chilena, en plena dictadura militar.

El actor chileno radicado en Argentina, Patricio Contreras ("La frontera", "Sexo con amor") es el protagonista de la cinta y encarna a un sacerdote enviado por la Iglesia al lugar para investigar los hechos, y que descubrirá las pistas de un montaje realizado por los militares, pero que además debe enfrentarse con la ferviente necesidad de creer de los miles de fieles que presencian las supuestas visiones y a sus propios conflictos con la fe.

En la cinta también actúan Roberto Farías ("La buena vida") Catalina Saavedra ("La nana"), Luis Dubó, Aníbal Reyna, Alejandro Sieveking y el debutante Sebastián Ayala, en el rol del famoso vidente que se hace llamar Michelangelo, quien terminó sus días alcohólico, y transformado en una mujer que se hacía llamar Karol Romanoff..

"La idea -explica Larraín- surgió a mediados del 2007, cuando veía un canal de television chileno por internet desde París, donde me encontraba trabajando en la post-producción de mi última película "Alicia en el País". Se trataba de un programa que repasaba los casos más recordados de los años 80 usando abundante material de archivo. Y si bien conocía a grandes rasgos la historia de Miguel Angel, fue la primera vez que me di cuenta de lo fascinante que sería solo imaginar hacer una película sobre este famoso vidente: los milagros, las multitudes, la arista política, el fanatismo, la historia de Miguel Angel como la gran metáfora de la atávica búsqueda de la identidad nacional".

Según Esteban Larraín, su película aborda varios temas, como por ejemplo, "la búsqueda de identidad lo que lleva al travestismo social simbolizado en la transformación de Miguel Angel; la religión como herramienta de manipulación y control social; el fanatismo religioso como resultado de esta necesidad de salvación tan propia de la herencia colonialista española".

"Pero pienso que en el fondo esta es una película que reflexiona sobre la Fe y cuán personal y por ende válida es la fe como parte de la condición humana", reflexiona Larraín. "Y no solo hablo de la fe en un sentido religioso si no la fe entendida como una convicción que no necesita pruebas y que por consecuencia hace parte de nuestra vida de forma cotidiana".

"Una de las ventajas de escribir el guión de esta película -explica el cineasta chileno- es que se inspira en un hecho real sobre el cual existen muchas versiones de lo que realmente pasó. Obviamente durante el proceso de investigación, pudimos determinar con bastante certeza cuáles eran los límites de verosimilitud de todas esas versiones, como para saber cuánto nos alejábamos de esta supuesta "realidad". El hecho es que me sentí en total libertad de darle a la historia mi propia visión, la que noveliza mucho lo que popularmente se sabe de Miguel Angel y de lo que sucedió en Peñablanca".

Sobre las diferencias con su anterior film "Alicia en el País", el director explica que su primer largometraje "llenó todas mis expectativas a nivel artístico, pero como suele suceder con este tipo de cintas, tuvo un desastroso paso por salas: logramos programar solo 3 copias, estar 2 semanas en cartelera y hacer 4 mil espectadores. Hay directores que aceptan esta situación y lo consideran parte del juego, pero en mi caso, que me siento más un narrador que un artista, esto representa una gran frustración y en buena medida un fracaso como director. De modo tal, que cuando me enfrenté a la posibilidad de hacer "La pasión…" vi el escenario perfecto para hablarle a un gran público acerca de temas que a mi me interesan y de una forma que me desafiara como director. La película es en el fondo un film de autor popular, que se nutre del cine de género y que mantiene algunos rasgos particulares que la hermanan con mi anterior film".

La película se filmó en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos, e incluso aparecen como extras personas que fueron seguidores de Miguel Angel. "Esa era -dice Larraín- una de nuestras dudas. De hecho, en un principio di por hecho de que sería imposible filmar en los mismos lugares, pero una de nuestras actrices, que era de Villa Alemana, la ciudad de Miguel Angel, habló con distintas personas y vio que había una excelente disposición a acoger el rodaje. Con mucha anticipación nos reunimos con juntas de vecinos y otras agrupaciones ya que nuestra intención era que ellos mismos interpretaran a los seguidores de Miguel Angel como extras. Les contamos la historia del guión y se dieron cuenta de que nuestra visión no era una visión paternalista ni burlesca por lo que rápido logramos un acuerdo para rodar la película en las mismas locaciones reales".

Sobre las fuentes de inspiración estilística de "La pasión de Michelangelo", el realizador salta de Europa a América Latina: "Al inicio de la escritura del guión tuve muy en mente "El Evangelio según San Mateo", de Pasolini, "Simón del desierto" de Buñuel y "Dios y el Diablo en la tierra del Sol", de Glauber Rocha.  Luego fui aterrizando la acción y entrando en la trama más de género y aparecieron films como "The Butcher boy" y "El hombre de mimbre". Finalmente, a pocas semanas del inicio del rodaje agregué algunas situaciones tragicómicas para alivianar un poco el relato, bastante inspiradas en el cine popular italiano de Monicelli y Dino Risi".

Financiar "La pasión..." requirió también de esfuerzos internacionales: "El presupuesto del film -detalla Larraín- es de 1,2 millones de dólares por lo que obviamente no se financiaba solo con recursos locales. Finalizada la etapa de escritura en Paris, el guión obtuvo el Opening Shot Award que otorga la Fondation Gan al mejor guión escrito en la Résidence de Cannes durante ese año. Eso fue, pienso, muy importante ya que en poco tiempo obtuve el Fondo de Fomento Audiovisual en Chile y el Fonds Sud Cinéma. Ya con este financiamiento in place encontrar coproductores no fue tan complicado y fue así como conocí a André Logie, de Tchin-Tchin Production (Francia), quien amó mucho la historia y Oliver Röpke de Alemania. Marcelo Céspedes, que conocí a través de Felipe Guerrero, mi montajista, ya había entrado en el proyecto y habíamos aplicado a Ibermedia. El resto fue una seguidilla de buenas noticias ya que durante 2010 obtuvimos no solo Ibermedia, si no también el World Cinema Fund y la entrada de Arte Cinéma como coproductor del film. Para la postproducción, logramos el apoyo de la Región Île-de-France y del Fondo de Fomento Audiovisual del Consejo de la Cultura de Chile para la terminación en 35mm".