Crítica: "Los insólitos peces gato", una prometedora opera prima

'Los insólitos peces gato'


Por Hugo Lara Chávez

"Los insólitos peces gato", la opera prima de la directora Claudia Sainte-Luce, es un film que ha dejado una buena impresión en los distintos festivales donde se ha exhibido, de Locarno, Toronto o Morelia. La película está situada en Guadalajara y relata la historia de Claudia (Ximena Ayala), una chica huérfana y solitaria empleada de un supermercado que es internada en el hospital por apendicitis. Ahí conoce a Martha (Lisa Owen), una señora convaleciente de VIH que es cuidada por su escandalosa prole: sus hijas Alejandra, Wendy, Mariana y su hijo Armando. Al salir del hospital, Claudia es invitada por Martha y sus hijas a comer a su casa, y esta invitación se va extendiendo día a día bajo cualquier pretexto, hasta que se queda a vivir con ellas como un miembro más de la familia.

"Los insólitos peces gato" ha despertado mucho entusiasmo en los festivales donde se exhibió y ahora llega a las salas comerciales. Se le reconoce como un film emotivo y de mucha ternura, con sabores dulce-amargos y retazos de humor y lágrimas, cifrado sobre todo en la descripción del universo mayoritariamente femenino y en el dramático deterioro del personaje de Owen, una generosa mujer que es la cabeza de una familia muy peculiar y que enfrenta con buena actitud los últimos días de su vida.

La película tiene humor, mucha sinceridad y una fuerte carga personal que deposita Sainte-Luce, toda vez que está inspirada en un pasaje real de la directora y su coguionista, Wendy Guillén, quien también actúa interpretándose a sí misma.  Esto se nota en la construcción de los ambientes y de varias escenas que logran capturar la atmósfera de la vida familiar, entre caótica y relajada.

Con un guión bien estructurado y una realización firme, hay distintas escenas que alcanzan notoriedad (la secuencia en la playa, por ejemplo), incluso algunas que parecen triviales pero que le dan tono y forma a la película, como las discusiones cotidianas ente los hermanos, las sesiones de ocio frente al televisor, o las acciones que determinan los roles y funciones de cada miembro de la familia. Es también interesante el manejo sin juicios de valor que la directora hace del tema del VIH, pues es visto de una forma neutral con respecto al foco de la trama: el amor y la solidaridad como herramientas de la vida.

La realización se apoya en el buen desempeño del ensamble de actores que se muestran naturales (Lisa Owen, Ximena Ayala, Sonia Franco, Wendy Guillén, Andrea Baeza, Alejandro Ramírez Muñoz), la fotografía de Agnès Godard y la dirección de arte de Bárbara Enríquez, que logran un retrato consistente de una familia de clase media.

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