Crítica: "Marea baja", opresión selvática

'Marea baja'


Por Edurne Sarriegui

Esta semana llegará a las pantallas de Buenos Aires "Marea Baja", la segunda obra de Paulo Pécora, director, guionista y productor también de su primer trabajo "El sueño del perro" (2009).  En esta ocasión es un film con aires de policial negro inserto en la geografía selvática del Delta del Paraná. Se trata de una historia más que previsible cuya originalidad está dada por el entorno donde se desarrolla.

El film trata de un hombre que llega a una hostería semiderruida en un paraje aislado del Delta  donde viven dos mujeres. Aparentemente escapa de alguien y busca algo que está escondido en los alrededores. Se establece entre él y las dos mujeres un extraño triángulo que se verá interrumpido por la llegada de sus perseguidores.

"Marea Baja" cuenta la historia de la caída de un delincuente de una manera pausada y sin apenas palabras. Lleva una buena parte del metraje del film deducir cuál es la situación del protagonista, hecho que puede resultar tedioso para el espectador.

Filmada con muy pocos recursos, el mayor mérito de la película está en el uso de los paisajes selváticos de manera tal que transmiten la opresión del destino fatal del protagonista. La fotografía que por momentos se acerca al blanco y negro reafirma también esa idea.

El director utiliza los sonidos provocados por los insectos, la aparición de cabezas mutiladas en el rio, las predicciones de las cartas del tarot y una extraña invocación en guaraní para crear un ambiente que presagia la tragedia.
"Marea Baja" es una película que no ofrece grandes novedades.  

Su historia de  criminales en desgracia y víctimas inocentes ha sido contada muchas veces y su devenir moroso y parco en palabras puede resultar demasiado lento para  muchos espectadores.

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