Crítica: "La ignorancia de la sangre", torpes líos andaluces

Juan Diego Botto y Paz Vega


Por Raúl Vargas

De título ciertamente despistante, "La ignorancia de la sangre", de Manuel Gómez Pereira es un thriller policiaco que intenta subirse, torpe y apresuradamente, al carro de la exitosa moda implantada por la serie de televisión emitida por Telecinco, "El príncipe", y que siguió la película "El niño", que traslada la acción al sur de España y en buena parte al norte de Africa.


La nueva película del otrora rey de la comedia española de los 90, caído en el ostracismo televisivo tras varios fracasos, cuenta la historia de Javier Falcón (Juan Diego Botto), jefe de Homicidios de Sevilla, que debe resolver dos asuntos distintos en poco tiempo: el reclutamiento del hijo de Yacub (Alberto San Juan), amigo suyo infiltrado en un comando terrorista islámico, y el secuestro del hijo de Consuelo (Paz Vega) por la mafia rusa. Su sinopsis resulta sencilla y hasta puede resultar atractiva, pero ella misma se encarga de desenmascararse a los veinte minutos de película.

El que no se trate de un guion original, sino de la adaptación por parte del argentino Nicolás Saad del libro del mismo nombre escrito por el inglés Robert Wilson –escritor de "The Blind Man of Seville", "The Silent and the Damned" y "The Hidden Assassins", novelas que completan la tetralogía protagonizada por el personaje de Javier Falcón–, que degenera progresivamente en la indecisión sobre lo que quiere contar. El peso de la historia recae sobre los hombros del personaje principal, interpretado por un correcto pero flojo Juan Diego Botto, que acaba cediendo ante la presión que supone llevar consigo todo el peso de la película. Lo que de primeras pretende ser un caso envuelto en el misterio que intenta atrapar al espectador y hacerle partícipe de lo que se está contando, acaba siendo una repetición de clichés del género mal empleados.

Cierto es que posee pequeños destellos de suspense que pueden, incluso, llegar a sorprender durante unos instantes, pero estos se ven rápidamente eclipsados por una ejecución atropellada que aglutina demasiados elementos narrativos sin importancia, por ejemplo, el conflicto con la mafia rusa se podría reducir a un par de escenas.

Continuando con la dirección, la cinta carece totalmente de personalidad.  Si algo diferencia a la gran mayoría de directores que se adentran en el género policiaco/thriller, es la creación de una atmosfera potente que se mantenga durante toda la cinta, o en gran parte de ella, como bien lo demuestra Alberto Rodríguez en "La isla mínima". En este caso, el espectador se estrella con un ambiente demasiado pulcro, para estar rodeado de tanta corrupción. Lo intenta de forma vaga Gómez Pereira pero no lo consigue en ninguno de los dos espacios entre los que se divide la historia.  

Y aquí está el problema más grande que tiene este film con toques dramáticos, y por el que queda condenado al fracaso. El empeño de querer narrar dos historias, casi en paralelo, supone el derrumbe definitivo del conjunto (una de ellas tendría que haberse extirpado directamente).

Si durante toda la película han ido y venido personajes, en su mayoría planos y superficiales, que bien podrían haber sido retirados para aprovechar tiempo y dinero, en la recta final no dejan de aparecer tramas y subtramas que no logran engañar a nadie, y mucho menos sorprender. Esas ansias de querer contarlo todo, llevado al extremo de hacerlo deprisa y corriendo, no hacen más que acrecentar su estrepitosa caída.

Con unos infructuosos puntos de giro y unos actores que no consiguen gustar, un Alberto San Juan en su nivel más bajo y una Paz Vega desentrenada, "La ignorancia de la sangre" se convierte en una película que dentro de un año, temo, nadie recordará.

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