Crítica: "En el último trago", viejitos en fuga

'En el último trago'


Por Hugo Lara

“En el último trago” es el segundo largometraje del cineasta Jack Zagha, quien anteriormente había dirigido “Adiós, mundo cruel” (2010), una comedia negra sobre un desempleado que entra al mundo delictivo. Otra vez en el terreno de la comedia, Zagha presentó en el Festival de Guadalajara de 2014  “En el último trago”, donde obtuvo el premio del público. Más de un año después, llega a las pantallas comerciales.

“En el último trago” es una apuesta por un cine de consumo comercial con estándares de calidad. Relata la aventura de cuatro viejos que juegan dominó rutinariamente en una cantina de la Ciudad de México. Uno de ellos, Pedro (Pedro Weber 'Chatanuga') les hace saber que está desahuciado y les encomienda que tras su muerte lleven a Dolores Hidalgo, Guanajuato, su más preciada reliquia: una servilleta firmada por el cantante y compositor de rancheras José Alfredo Jiménez. Los otros tres amigos, Emiliano (José Carlos Ruiz), Benito (Eduardo Manzano) y Agustín (Luis Bayardo) emprenden el viaje a costa de los riesgos de su edad y, en el caso de los dos últimos, a espaldas de sus hijos. En el trayecto, experimentan diferentes situaciones chuscas, así como encuentros con peculiares personajes.

La película de Zagha es una comedia ligera sobre la tercera edad, en la línea que han propuesto anteriormente otros films mexicanos, como “Por si no te vuelvo a ver” (Juan Pablo Villaseñor, 1997) o “Club Eutanasia” (Agustín Tapia, 2005). En el caso de “En el último trago”, con guión del propio director, David Desola y Yossy Zagha, se toma como pretexto la mencionada reliquia de José Alfredo Jiménez para rendirle homenaje, pero salvo su música y su mención constante (incluso aparece como fantasma en una escena), no ocupa un lugar preponderante. En cambio, el mayor peso del relato recae en el personaje que interpreta el gran actor José Carlos Ruiz, un viejo de carácter fuerte y de gran corazón. Sus otros dos compañeros son retratados como viejos disminuidos, dependientes de sus hijos que los tratan como menores de edad.

En este sentido, el film apela a los estereotipos de los viejos y con dificultad intenta zafarse de ellos, sin lograrlo del todo (se agradece que José Carlos Ruiz no se muestre como un viejo dócil, menos vulnerable que los demás). Esto deriva en situaciones melodramáticas que intentan ser contenidas, pero no se resuelven satisfactoriamente. Quizá lo más flojo del guión es que, tras las aventuras que viven, no sucede una transformación en los viejos ni en sus hijos, todo prácticamente sigue igual y el conflicto de cada uno no se desanuda en realidad. Los viejos al final siguen siendo maltratados y esperando la muerte mientras juegan dominó. Asimismo, aunque hay varias escenas y diálogos divertidos, también suceden caídas de ritmo y, en ocasiones, hay oportunidades desperdiciadas para hacer la narración más divertida o intensa (por ejemplo, el fantasma de la esposa de Benito es una buena idea que no se aprovecha: se hubiera querido ver en la escena del burdel).

Entre lo llamativo de "En el último trago" se encuentra la breve presencia de la legendaria actriz ya fallecida Columba Domínguez, en la que fue su última actuación. Hay otro grupo de buenos actores en papeles pequeños, como Pilar Pellicer, Daniel Martínez, Leticia Huijara y Luisa Huertas.  La cinta en general tiene buena factura técnica y ofrece entretenimiento familiar al que no hay que exigirle demasiado.

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