Crítica: "Sin hijos", atrapado entre las dos mujeres de su vida

A Maribel Verdú no le gustan los niños, como la que tiene Diego Peretti


Por Edurne Sarriegui

Esta semana se estrena en Argentina "Sin hijos", coproducción argentino-española dirigida por Ariel Winograd ("Cara de queso", "Mi primera boda", "Vino para robar") con guión de Mariano Vera, sobre una idea de Pablo Solarz. Se trata de una comedia romántica en la que abundan los momentos divertidos y los enredos en los que se ve inmerso su protagonista tratando de ocultar a su hija a los ojos de la mujer -alérgica a los menores- que le ha devuelto el interés por el amor.

Diego Peretti, en su momento más prolífico ya que en lo que va del año  ha estrenado tres protagónicos, interpreta a Gabriel Cabau, eterno casi arquitecto que trabaja en el negocio familiar, divorciado y con una hija de nueve años, Sofía  (Guadalupe Manent), que ocupa casi todo su tiempo, su interés y sus conversaciones. Súbitamente irrumpe en su vida Vicky (Maribel Verdú), un amor de juventud, y el romance se instala entre ambos.

El problema es que Vicky no solo no quiere hijos sino que además los detesta. Ante semejante revelación y para no perder su amor, Gabriel transforma su casa cada vez que tiene una cita con Vicky ocultando todo lo que tiene que ver con Sofía y colocando todo en su lugar para cuando su hija vuelve. Pero el encuentro será inevitable.

Además de los protagonistas, esta película cuenta con personajes secundarios memorables. El padre de Gabriel,  (Horacio Fontova) un mago que partió quince años atrás con la excusa de una gira y ahora trata infructuosamente de recomponer la relación; Keko (Martín Piroyanski) el hermano componedor, mezcla de gurú espiritual y rapero; José, el amigo pediatra que trata tenazmente de reparar la vida sentimental de Gabriel. Todos componen caracteres cómicos alrededor del atribulado protagonista, atrapado entre las dos mujeres de su vida.

Mención especial merece Guadalupe Manent, la niña que en su debut cinematográfico demuestra que es capaz de actuar, de cantar y hasta de hacer comedia.

Aunque, a priori, un hombre capaz de ocultar a su hija no resulte particularmente atrayente, el guión consigue que simpaticemos con este padre temeroso de perder a alguno de sus amores, incapaz de enfrentar tanto a la mujer bella y arrolladora como a la hija perspicaz y un poco tirana.

"Sin hijos" es una comedia como debe ser. Divertida. Sin otra pretensión que entretener, Winograd le imprime el ritmo adecuado para que el interés nunca decaiga y las ocurrencias y situaciones cómicas que viven sus personajes nos dibujan una sonrisa al salir del cine.

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