Discurso de Pilar Bardem en los Premios Actúa de la AISGE, que cumple 25 años

Pilar Bardem (E.C.)
Por Pilar Bardem *

Es un placer encontraros a todos, a los habituales y a los neófitos, a los veteranos y a las nuevas hornadas. Con arrugas o sin ellas, con bótox o al natural, quiero transmitiros una primera idea importante: se os ve a todos muy, muy guapos. Y quienes “somos AISGE”, como rezan nuestras redes sociales, nos congratulamos de que en esta fiesta entrañable y humilde de los Premios Actúa y HazTuAcción tengamos cada vez más socios que nos piden una butaca para compartir un rato de alegría, felicidad y reflexión.

Una cosa queda clara: ni la crisis, ni las apreturas, ni el otoño anímico o climatológico nos arrebatarán nunca a los artistas las ganas de divertirnos, abrazarnos y suministrarnos calorcito. Porque las gentes del arte y la interpretación, como decía hace poco mi queridísima Asunción Balaguer, somos muy partidarios de los besos. Así que no seáis tímidos y no dejéis pasar esta noche sin besaros con quienes más se lo merezcan, ya sean del sexo opuesto o del propio.

Esta vez me han pedido que sea breve en mis palabras (y palabra que lo intentaré). Nuestros premios han crecido en número e importancia, y se trata de que pasemos un rato agradable y emocionante antes de que nuestros estómagos rujan como una manada de leones de la Metro. Pero hay algunas cuestiones importantes que tendría mucho gusto en comunicaros, por si queréis escucharlas.

La primera y más importante, quiero daros las gracias. Tal día como hoy, AISGE cumple exactamente 25 años. Cinco lustros. Un cuarto de siglo. Y aunque eso nos haga sensiblemente más mayores a cuantos iniciamos esta singladura, debo reconoceros que durante todo este tiempo (primero como socia de base y luego, como presidenta) solo he encontrado cariño, aprecio, respaldo, respeto y amor entre quienes formamos parte de esta gran familia. AISGE ha vivido tiempos plácidos y tiempos francamente complejos. Hemos tomado decisiones muy atinadas y nos habremos equivocado alguna vez que otra. Pero hoy, 300 meses después de aquel viernes 30 de noviembre de 1990, podemos proclamar con orgullo que los artistas intérpretes gozamos de más derechos y garantías de los que disponíamos entonces. Que hemos destinado más de 30 millones de euros para ayudas sociales a quienes han pasado y pasan por malos momentos. Y que todo el equipo político y técnico que “somos AISGE” nos empeñamos, día tras día, en garantizar una gestión honesta, rigurosa, transparente y cabal.

En AISGE no sabemos de filias y fobias y nos orgullecemos de defender a todos y cada uno de los asociados con equidad y el mejor de nuestros empeños. Las fobias las dejamos para los repelentes, para los mustios, para los cenizos. Y, sobre todo, para los mediocres. Esos que, aun ostentando cargos de responsabilidad, todavía no se han enterado de que la cultura nos hace más libres, más humanos, más íntegros y, por encima de cualquier otra consideración, más felices.

A principios de año, cuando mis compañeros de AISGE adoptaron la sabia decisión de adelantar a finales de noviembre esta fiesta anual de los Actúa, me llevé una secreta y sincera alegría: ¡por fin no tendría que hablar en mi discurso de las Navidades! Eso no quiere decir, ya os lo aviso, que las hayan desconvocado: las tienen a la vuelta de la esquina, por si aún no les llegó noticia. Pero al menos esta vez me ahorro confesarles algunas de las congojas que estas fechas me inspiran.

Lo que no imaginaban mis colegas es que, paralelamente, también en el Palacio de la Zarzuela andaban a vueltas con el calendario. Este año no tendremos Premios Actúa en diciembre, pero a cambio nos han programado una función extraordinaria de Navidad para el próximo día 20. Y, aunque el reparto sea bastante regulero, al menos contamos con la ventaja de que, entre todos, podemos suprimir del elenco a aquellos actores que no den la talla.

Puede que el día 20 nos llevemos una alegría. Puede también que los vientos de cambio se queden en un soplido anecdótico, en la crónica de un fiasco. En cualquiera de los casos ‑tenga nuestro próximo presidente un acento atlántico, mesetario o ligeramente catalán‑, las mujeres y los hombres de la cultura en España merecemos que se nos preste más atención. Merecemos que acabe ya la vendetta del IVA cultural, que dejen de atosigarnos y estrangularnos, que no nos traten como despojos. Merecemos que nos respeten tal y como somos, cada uno de su padre y de su madre. Merecemos que no nos consideren unos librepensadores peligrosos e incontrolados, sino los grandes procuradores de ilusión y riqueza para este país. Y merecemos que se legisle en beneficio del ciudadano y del trabajador, no de los imperios multinacionales.

Merecemos, en suma, políticos que den la talla y sean capaces de confrontar ideas más allá de en las tertulias deportivas. Políticos plurales, respetuosos, abiertos de miras. Y políticos, ya puestos a pedir, que apliquen pedagogías más avanzadas que la de la colleja rampante.

En estos Premios Actúa no tenemos regidores malencarados que me hagan la señal de la tijera con los dedos índice y corazón. Pese a ello, quiero ir acabando para que podamos aplaudir a los auténticos protagonistas de esta gala: las cuatro galardonadas, los cuatro galardonados, los tres colectivos receptores del Premio HazTuAcción y todos y cada uno de ustedes. Eso sí: antes de despedirme, permítanme que comparta con ustedes una reflexión final. Me gustaría tener un recuerdo muy especial y afectuoso para los 130 ciudadanos inocentes que fueron masacrados hace ahora 17 noches en las calles de París. Muchos de ellos se encontraban disfrutando de un evento cultural tan noble y hermoso como un concierto de música en vivo, algunos disfrutaban de la charla con sus allegados mientras cenaban, ninguno tenía culpa de nada. No hay absolutamente ninguna justificación, ninguna, para la barbarie y el asesinato a sangre fría. Como tampoco hay ninguna justificación, ninguna, para el bombardeo indiscriminado a civiles sirios, para la guerra preventiva, para la masacre institucional. Ni para la agresión u hostigamiento a musulmanes al que estamos asistiendo en algunas ciudades europeas.

Quienes sumamos ya unas cuantas hojas en el calendario de la vida hemos tenido tiempo de ver casi de todo, de estremecernos ante la sinrazón y el fanatismo, de plantarle cara a la intolerancia con la única arma de la palabra. Podrán hacernos daño, podrán incluso acribillarnos, pero no podrán matar nuestro sueño de vivir en un mundo pacífico, plural, multicultural y solidario. Un mundo sin ciudadanos de primera y de tercera. Un mundo sin distingos entre hombres y mujeres. Quizás no todos los aquí presentes lleguemos a verlo, pero seguiremos luchando para que nuestros nietos no tengan que exclamar: “Nos dejasteis el mundo hecho un asquito”.

Señoras. Señores. Que pasen buena noche. Que pasen muchas noches buenas, y no solo esa en la que sacan a Raphael por la tele. Que hagan felices a otros y que otros les hagan felices a ustedes. Que no dejen de maquinar cosas bonitas e ingeniosas con esas cabecitas locas que Dios les ha dado. Que en 2016 no den abasto de tanto trabajar, de tanto amar y de tanto reír. Que su equipo favorito vuelva a ganar la Liga…, a ser posible vestido de blaugrana… Y que de aquí a un año, con cremas o sin ellas, nos sigamos viendo igual de guapos y lozanos.

Palabra que os quiero mucho. Mil gracias.

(*): Pilar Bardem, presidenta de la considerada más importante organización que aúna a los actores españoles, AISGE (Artistas Intérpretes Sociedad de Gestión de España), leyó este discurso en la noche del pasado lunes, en la doble celebración de los 25 años de la organización, y la entrega anual de los Premios Actúa, que recayeron en Ana Belén, Gloria Muñoz, Juan Diego, Manolo Zarzo, Sara Baras, Goyo Montero, Adriana Ugarte y Raúl Arévalo.

Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.