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"Las hermanas L.": Sexo, mentiras y diversión

'Las hermanas L.'
'Las hermanas L.'


Por Juan Pablo Russo

Comedia de tono sexual donde se insinúa más de lo que se muestra, la propuesta argentina a estrenarse esta semana del cuarteto de directores conformado por Santiago Giralt, Eva Bär, Alejandro Montiel y Diego Schipani ofrece con su tono irreverente y desprejuiciado, una mirada moderna sobre las relaciones de pareja, basada en una relectura del clásico teatral y cinematográfico "Un tranvía llamado deseo" (A Streetcar named Desire).

"Las hermanas L." (2007) son Eva y Sofía Legrand, dos hermanas cuya relación no es lo que podría decirse de lo mejor. El regreso imprevisto y sin previo aviso de una de ellas hará que el conflicto que parecía adormecido por la distancia despierte nuevamente y los viejos rencores se mezclen con los nuevos, provocando, de una vez por todas, el estallido anunciado. Tal vez, esa la forma para que encuentren soluciones, no sólo a sus relaciones familiares sino también personales.

Resulta imposible no asociar "Las hermanas L." (originalmente el título era Las hermanas Legrand, pero por problemas con la estrella televisiva de los almuerzos con el mismo apellido debió supremirse a sólo una L.) con el cine de la primera época de Pedro Almodóvar, sobre todo referencias como "Laberinto de pasiones" (1982), "Pepi, Lucy, Bon y otras chicas del montón" (1980) y "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (1988), en donde la desfachatez, lo inverosímil y el grotesco parecían dominar una historia menor pero que tomaba protagonismo por la forma en que se la trataba cinematográficamente. En "Las hermanas L." sucede algo similar, historias llevadas al extremo en las que hay una marcada sobreactuación en los personajes para así lograr el efecto deseado junto a una puesta en escena con reminiscencias retro pop.

Confesamente hay una relectura en el guión del clásico de la literatura contemporánea "Un tranvía llamado deseo", pero que logra despegarse gracias al personal estilo de los guionistas para narrar cada una de las historias. Queda claro que hay puntos de contacto, pero sólo sirven para disparar varias subtramas. La visión que nos propone aborda lo que pasa con esos personajes por fuera de lo que muestra la obra de Tenessee Williams, qué ocurre con estos cuando no están en escena. Claro está que tratados de manera muy propia y subjetiva. La  analogía entablada entre Eva y Sofía Legrand con Blanche y Stella DuBois es más que elocuente.

Uno de los grandes logros del film es el de crear un ambiente erótico permanente sin que explícitamente se muestre demasiado. A través de diálogos, insinuaciones, fueras de campo o planos precisos en el que la cámara se ubica en el ángulo correcto, el film logra una serie d climas que mantienen al espectador en un estado de ebullición hormonal cuando en realidad sólo hay dos escenas de semidesnudos que no difieren en nada a que puede verse por la TV a la hora de la siesta.

Silvina Acosta y Florencia Braier, como las hermanas Legrand, construyen dos personajes distintos a lo que uno podía llegar a esperar. Tal vez la mayor ventaja es la frescura de ser dos caras casi nuevas para el cine argentino, si bien ambas ya habían tenido participaciones en películas anteriores este es el primer protagónico que les cae. Protagónico del que salen airosas y las pone en un lugar de privilegio. Seguramente a partir de esta cinta empecemos a leer más seguidos sus nombres en futuras producciones. Junto a ellas Esteban Meloni y Elías Viñoles, dos jóvenes actores que cada día se consolidan más y que con pequeños pasos han logrado construir una carrera fuera del ámbito televisivo que los vio nacer. El elenco lo completan Soledad Silveyra, en su regreso al cine después de más de diez años de ausencia interpretando a una fotofóbica, Daniel Fanego, Iván de Pineda y Willy Lemos que sorprende en un pequeño papel como la madre de las hermanas Legrand que nos retrae al teatro under de los años 80, en un claro homenaje a una época que marcó la cultura nacional.

"Las hermanas L." es la comedia ideal para esta época del año, en donde el calor agobia por fuera y las hormonas estallan por dentro. Una película tan irrespetuosa como provocadora, un cine argentino como nunca antes se vio y que hay que ver.

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