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Primeros pasos del BAFICI, el lugar de la pasión

Cine de autor en Buenos Aires
La 16 edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) comenzó con un programa amplio y diverso, que busca asegurar la felicidad de los aficionados. La autoproclamada mayor cita cinéfila de Latinoamérica abrió sus puertas el miércoles con un programa múltiple y ambicioso que reúne a más de 400 películas de todas las latitudes, géneros y estéticas, una invitación irresistible a sondear las imágenes contemporáneas de nuestro mundo.

Ocurre que el BAFICI) está a punto de llegar a la mayoría de edad: si fuera un ciudadano argentino, ya estaría entrado a un nuevo estadio jurídico (pues adquiriría derecho al voto y comenzaría a ser responsable penalmente). Su 16 edición representa entonces un verdadero desafío para la gestión de Marcelo Panozzo –se trata además de su segunda edición al frente del festival, tras una excelente experiencia en 2013 difícil de superar– a pesar de que el encuentro esté ya maduro y muy consolidado, con un público fiel de todo el país que volverá a copar las salas, y un programa amplio que lo revitaliza: la respuesta de sus responsables vuelve a ser el eclectismo, la calidad y el riesgo, con la firme voluntad de rastrear aquellas expresiones nuevas o desconocidas de un arte en perpetuo movimiento y cambio.

Porque los tiempos que corren tampoco son compasivos con los festivales de cine, que deben enfrentar la creciente privatización de las experiencias de vida de sus espectadores. ¿Cuál es la utilidad del BAFICI en un mundo donde eventualmente todo se consigue a través de la red virtual? Ante una cinefilia que hoy crece y se desarrolla en el mundo de la computadora hogareña, la importancia de un festival como el porteño se agiganta: no sólo por su dimensión pedagógica (a través de la selección, organización y jerarquización de la monumental producción cinematográfica contemporánea) sino también por su dimensión social. Todo festival es una experiencia compartida, un encuentro entre extraños igualados por una misma pasión, que restituye al cine su condición de acontecimiento social y popular, como un espacio amplio de reconocimiento.

Puestas así las cosas, el BAFICI se convierte entonces una guía invalorable –aunque inabarcable– para conocer lo que se está produciendo y discutiendo en el mundo, sobre todo en sus periferias: si todo se consigue por Internet, el problema pasa a ser qué buscar en semejante marasmo (donde la hegemonía estadounidense vuelve a imponerse, lo que destruye el mito del mundo virtual como paraíso democrático), dilema que la línea editorial desplegada por el programa ayuda a solucionar.

El BAFICI 2014 ofrece, en consecuencia, la posibilidad no sólo de acceder a los últimos trabajos de cineastas de culto como Jean-Marie Straub, Jim Jarmusch, Kelly Reichardt, Tsai Ming-liang, Hong Sang-soo, Miguel Gomes, Raya Martin, Corneliu Porumboiu, Sono Sion, Júlio Bressane, Miike Takashi o Claude Lanzmann, entre muchos otros,  sino también de atisbar las grandes promesas emergentes en el mundo, con una importantísima presencia de la producción nacional y regional. Ya la función de apertura con "The Congress", del israelí Ari Folman ("Vals con Bashir”), marcó una apuesta significativa por el riesgo y la novedad, pues la película es una ambiciosa puesta multiformal sobre los dilemas del mundo digital: ambientada en un futuro cercano, se enfoca en la historia de la actriz Robin Wright (en versión real y animada), una estrella de Hollywood que firmará un contrato para ser "digitalizada” pero que también le implica perder su identidad. "En verdad es el mundo el que renuncia a ser un lugar real, el que disuelve cualquier singularidad y deja el futuro en manos de un técnico de efectos especiales”, argumenta el propio Panozzo.

Israel será, precisamente, el país homenajeado en esta edición, como el año pasado fue Chile: numerosas películas de ésa nación se desplegarán en consecuencia en las diferentes secciones del festival, aunque los anticipos indican que habrá una retrospectiva imperdible al realizador Uri Zohar, una especie de leyenda  del cine israelí que dejó de filmar a fines de los años ’70 para convertirse en un rabino ortodoxo. También de allí vendrá la que Quentin Tarantino calificó como "mejor película de 2013” –tal su estrategia publicitaria–, "Big Bad Wolves”, de Navot Papushado y Aharon Keshles, un thriller en tren de "explotation”, así como también el "primer film israelí de zombis”, titulado "Carne de cañón”, de Eitan Gafny, entre otras curiosidades.

Claro que muchas miradas se fijan en las secciones competitivas, divididas en Internacional (con 18 films de distintos países), Argentina (15 títulos), Vanguardia y Género (27), y Cortos y Derechos Humanos. La primera incluye films de Birmania, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Perú, Reino Unido y Tailandia, además de tres películas argentinas: "Algunas chicas", de Santiago Palavecino; "La Salada", de Juan Martín Hsu; y "Mauro", de Hernán Roselli, jóvenes todos que en la prensa han confesado haberse educado en el propio Bafici. El jurado será presidido nada menos que por Quintín, reconocido crítico fundador de El Amante y ex director del propio festival, junto al crítico y cineasta Serge Bozon, el cineasta Nadav Lapid ("Policeman”) y la directora del festival de Rio de Janeiro, Ilda Santiago, lo que garantiza una mirada razonada y abierta. La competencia Argentina será donde Córdoba se hará sentir con fuerza  con cuatro largometrajes que prometen ("Tres D”, de Rosendo Ruiz, "Atlántida”, de Inés Barrionuevo, "Ciencias Naturales” de Matías Luchéis, y "El último verano”, de Leandro Naranjo) más la última película del gran Santiago Loza (el film-ensayo "Si je suis perdu, cést pas grave”), cordobés educado en la UNC pero desarrollado enteramente en Buenos Aires, como aquella camada precursora de fines la década del ´80, cuando Córdoba era un páramo desértico y expulsivo. Todos deberán competir con sus pares nacionales, entre los que se encuentran leyendas como el veterano Edgardo Cozarinsky, que estrenará "Carta a un padre", o nombres más jóvenes pero consagrados como Gustavo Fontán ("El rostro"), Rodrigo Moreno ("Réimon”) o Alejo Moguillansky ("El escarabajo de oro”), además de las promesas por descubrir. El jurado estará presidido por el mítico Ignacio Agüero (Chile), uno de los mejores documentalistas latinoamericanos, cuya obra mixtura el compromiso político con la reflexión y la experimentación.

Pero si de competencias hablamos, aquí vuelve a brillar la voluminosa Vanguardia y Género, audaz incorporación de Panozzo en 2013 que unió en la misma sección dos vertientes generalmente pensadas como antitéticas: el cine de género y el cine experimental. Aquí estarán algunas de las joyas más prometedoras del encuentro, como "La última película”, colaboración del filipino Raya Martin con el crítico canadiense Mark Peranson (editor de Cinema Scope); "La Isla”, de la chilena Dominga Sotomayor ("De jueves a domingos”) y la polaca Katarzyna Klimkiewicz, "Costa da morte”, del español Lois Patiño, "Journey to the West”, del taiwanés Tsai Ming-liang, o la curiosa "The Joycean Society”, de la española Dora García, film sobre un grupo de estudiosos obsesivos de la obra de James Joyce "Finnegan’s Wake”, entre muchas otras posibilidades.

Hay por supuesto también diversos focos y secciones, como las retrospectivas del argentino Carlos Schlieper (calificado como el Ernst Lubitsch nacional) con nueve de sus comedias, del norteamericano Frank Henenlotter (especialista en terror, director de "Brain Damage” o la delirante "Frankenhooker” –traducción: "Franken-prostituta” –), de su compatriota experimental Robert Fenz, o del brasileño Cao Guimarães, entre otros. La tradicional sección "Panorama”, donde se presentarán otras tres películas cordobesas ("Escuela de sordos”, de Ada Frontini, "La laguna” de Gastón Bottaro y Luciano Juncos, y el estreno de "El tercero”, de Rodrigo Guerrero), reclama un artículo para sí sola por la cantidad de consagrados y hallazgos que ofrece –de hecho, se la puede considerar la sección nodular del festival–, mientras que el "Baficito” dedicado a los niños incluirá una imprescindible retrospectiva de los estudios UPA (responsable de "Mr. Magoo"), el apartado  de "Música” ofrecerá películas sobre el pianista Michel Petrucciani (de Michael Radford) o el bandoneonista Aníbal Troilo ("Pichuco", de Martín Turnes) o curiosidades como "Conexión Sur", de Dolores Lagrange, film sobre la música electrónica porteña; mientras que el mundial de fútbol será un disparador para revistar la relación del cine con el deporte en "Sportivo Bafici”, que reúne piezas de colección como "Fat City”, de John Huston, "El crack”, José Martínez Suárez, "The Jericho Mile”, de Michael Mann, o clásicos modernos como "Boxing Gym”, del gran Frederick Wiseman, y "Lenny Cooke”, de Josh Safdie y Benny Safdie, que desmenuza el mundo del deporte actual, además de una retrospectiva de Jørgen Leth, director que exploró obsesivamente el deporte.

De obsesiones y pasiones vive el cine, que por unos días encontrará su exacta dimensión en los escenarios del Village Recoleta y Village Caballito (entre otras sedes más amistosas, que incluyen el Centro Cultural San Martín y el Malba), cuya frialdad quedará eclipsada momentáneamente por el amor compartido.

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