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Crítica: "Marsella", dos actrices y media contra un guión

Fontanals, Toledo y León, en 'Marsella'


Por Santiago Casanova

Seis años ha tenido que esperar la guionista y directora española Belén Macías para estrenar una película desde su debut, en 2008, con "El patio de mi cárcel", producida por los hermanos Almodóvar, que hizo bastante ruido pero no interesó al público, recaudando poco más de 300 000 euros. Como su opera prima, "Marsella", que esta semana llega a los cines españoles, cuenta con protagonistas femeninas, sufre de un parecido "buenismo" y por deméritos propios unidos al desapego general del público por acudir a las salas este verano, parece condenada de nuevo a fracasar en taquilla.

Dos actrices adultas de sobradamente contrastado bagaje interpretativo, María León y Goya Toledo, junto a la pequeña Noa Fontanals, se enfrentan en esta historia sobre la maternidad y las segundas oportunidades a un guión, escrito a seis manos (la propia Macías, Verónica Fernández y Aitor Gabilondo), con más agujeros que un queso gruyere, al que le faltan pero también le sobran escenas, y que agrega innecesarios elementos a la trama principal, la pugna entre una madre precoz con problemas de alcoholismo que acaba de recuperar la patria potestad de su hija, tras cinco años en los que la pequeña convivió con una familia de acogida, y su "otra" madre, interpretadas respectivamente por María León y Goya Toledo.

Puesto que la base de la historia pudiera parecer no demasiado atractiva para un público mayoritario, Macías y sus compañeros agregan nuevos elementos, como una tan increible como innecesaria intriga de drogas, metida con calzador, y la relación más o menos amorosa, más o menos sexual, entre el personaje de León y un camionero (Eduard Fernández) que parece salido de una película de Disney, de pura buena gente, quien aparece y desaparece cuando conviene, a la largo de la Nacional 2 y luego en Francia.

Y es que -se nos olvidaba- "Marsella" es una "road movie", en el trayecto entre Madrid y Marsella, ciudad donde se supone que vive el padre de la niña en litigio, un francés que (no lo adivinarían jamás), trabajaba como vendedor de... ¡jabón de Marsella! A mitad de camino, la pequeña llama a su exmamá adoptiva, quien se presenta allí (más tarde incluso su pareja también aparece por Marsella, por capricho de los guionistas), y las acompaña en su periplo poco planificado.

Un tema tan sensible como es el de la maternidad toca irremediablemente la fibra sensible, y ocasionalmente, Belén Macías, con la inestimable ayuda de la convincente María León, logra transmitirnos emoción. Estos instantes, sin embargo, no justifican las incongruencias que trufan su película, la cual mucho nos tememos pasará con más pena que gloria por los cines estivales españoles, donde en las últimas semanas ya han patinado cineastas de mayor fuste, como Isabel Coixet, Nacho Vigalondo o Paco Cabezas.

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