"Shutter island": Escalofríos gozosos con Scorsese y DiCaprio en la Berlinale

por © E.E. (Berlín)-NOTICINE.com
'Shutter island' al completo en Berlín: Mark Rufallo, Michelle Williams, Ben Kingsley, Scorsese, y DiCaprio
'Shutter island' al completo en Berlín: Mark Rufallo, Michelle Williams, Ben Kingsley, Scorsese, y DiCaprio (AP)


Aunque su film de estreno postergado (estaba previsto para el último trimestre del año pasado) "Shutter island" se presentó en Sección Oficial de la 60 Berlinale pero fuera de concurso, la pareja Martin Scorsese-Leonardo DiCaprio acaparó todo el interés de la tercera jornada del Festival de Berlín, en la que sí compitieron la opera prima rumana "Eu cand vreau sa fluier, fluier", y la nórdica "Submarino", de Thomas Vinterberg. Las facetas más oscuras de la naturaleza humana coinciden como inspiración de los tres títulos.

En su cuarta colaboración con Scorsese, Leo DiCaprio (que a pesar de sus 35 años mantiene la misma carita de niño educado y bien alimentado) interpreta a un marshall, agente federal enviado a una especie de Alcatraz para criminales con desórdenes mentales. Se trata de averiguar qué ha pasado con una interna peligrosa que a pesar de las duras medidas de seguridad ha desaparecido misteriosamente de su celda. Estamos en los años 50, y la tortuosa investigación del detective DiCaprio significa un personal descenso a los infiernos del pasado, cuando como soldado norteamericano en la II Guerra Mundial participó en la liberación de un campo de exterminio nazi. Sus traumáticas experiencias, unidas a la de la pérdida de su esposa, interfieren en un caso donde nadie parece del todo inocente, empezando por los médicos-carceleros.

A ratos recordando a "El cabo del miedo", otras con referencias estilísticas del cine de los 40 y 50 y múltiples referencias cinéfilas, la nueva cinta de Scorsese sin duda apasionará a sus más fieles, aunque el desenlace descoloque un poco. En cualquier caso es otro sólido producto de un director que siempre trabaja con guiones ajenos, pero es capaz de aplicar una coherencia permanente a lo largo de toda su carrera.  

Martin Scorsese, de 67 años, ha asegurado en rueda de prensa que tiene frescos los recuerdos de aquella década de la guerra fría, "cuando vivíamos en una paranoia plena de secretismo, y en el cine de la época lo veías reflejado". El realizador dijo que le fascinó como ese ambiente estaba reflejado en la novela de Dennis Lehane (el mismo de "Mystic river"), y se embarcó en un proyecto convertido en película de más de dos horas, en un tono de relato gótico y alucinatorio, con sorpresa final.

DiCaprio elogió hasta la saciedad a quien calificó como "el director definitivo de nuestro tiempo" y dijo que el papel del marshall Daniels había sido "el más duro de mi carrera, sólo comparable con el de Howard Hughes en "El aviador". El aludido cineasta, por cierto, hizo un anuncio prometedor, que estaba considerando volver a formar equipo con quien fue su actor fetiche hasta 1995 (cuando hicieron "Casino"), Robert de Niro, y que ambos habían hablado de un posible proyecto en la misma línea de casi todas sus colaboraciones: historias de la mafia. Sin duda el público agradecerá profundamente el regreso de De Niro al buen cine... después de un buen puñado de títulos mediocres.

Volviendo a la competencia por los Osos, dos duros títulos (el día no fue precisamente para abandonar las salas con la sonrisa en los labios...) restregaron al público con los submundos de la marginación social, alcohol, drogas y violencia, y en sus consecuencias en la destrucción -o autodestrucción- del ser humano.

"Eu cand vreau sa fluier, fluier", del rumano Florin Serban, es la historia de un adolescente problemático que está a punto de salir del reformatorio pero arriesga su libertad por oponerse a que su madre, que les había abandonado años atrás, se lleve al extranjero a su hermano pequeño. Por su parte, el de Thomas Vinterberg es otro drama familiar sobre una generación (más bien degeneración) de jóvenes que reproducen irremediablemente las debilidades, adicciones y errores de sus padres. La primera apunta maneras y confirma el gran momento que vive el cine rumano, pero la segunda tiene más bien poco para atraer a cualquier público, salvo que tenga previas tendencias suicidas, las cuales seguramente consumará al salir del cine.