Alejandro Amenábar escribe sobre "Agora"

Amenábar, en el set de 'Agora'
Amenábar, en el set de 'Agora'
Por Alejandro Amenábar *

Hace cuatro años, tras una experiencia para mí tan íntima como fue hacer "Mar adentro", no habría imaginado que mi siguiente película sería de romanos y cristianos en el Antiguo Egipto. Pero eso es lo bonito de esta profesión: la posibilidad de dejarte llevar por la curiosidad, investigar y encontrar mundos tan fascinantes como la Alejandría del siglo IV; imaginar cómo serían sus calles, sus templos, su gente... Y encontrar la pasión –y el dinero– para devolverlo todo a la vida.

Nunca me había interesado la ciencia. Para mí lo maravilloso de este proyecto ha sido entrar en contacto con el mundo de la ciencia desde un punto de vista espiritual, emocional. Nuestra intención con la película es transmitir la emoción por lo que ocurre en el Universo. Por lo que significa intentar desentrañar el misterio del cosmos.

Acabamos contando la historia de Hipatia en el siglo IV y en Alejandría por un proceso de depuración. Primero se trataba de una historia que abarcaba dos mil años, desde el sistema geocéntrico hasta la Relatividad, y fuimos acotándolo. Investigando sobre Hipatia y el periodo en el que vivió descubrimos que había muchísimas conexiones con nuestro mundo actual, y nos pareció doblemente interesante. Alejandría era el símbolo de una civilización que se estaba extinguiendo a manos de distintas facciones, fundamentalmente religiosas, e Hipatia fue un personaje que para muchos marcó de manera simbólica el fin del Mundo Antiguo y el comienzo del Medievo.

Mi objetivo desde el punto de vista formal ha sido conseguir que el espectador se sienta, en muchos momentos, acompañando a un equipo de la CNN que está documentando algo ocurrido en el siglo iv. Esa sensación de inmediatez, de telediario, está en la semilla del no dejarnos atrapar por el formato grande sin más, por los planos generales, por una música igual de grande para acompañarlos. Ágora se mueve entre el rigor y el espectáculo.

Me gustaría escapar de esa corrección formal, habitual en este tipo de películas. Que, cuando asistimos a los enfrentamientos en la calle, parezca que la cámara no puede registrarlo todo de manera impecable, para acercarnos a la verosimilitud, a esa sensación de que los hechos nos impiden llegar a la perfección.

Hemos elegido ser testigos directos de lo que ocurre pero sin verlo necesariamente de cerca. Lo vemos desde una esquina, y sobre todo no hacemos espectáculo con la violencia.

La razón para plantear esta película como un proyecto internacional rodado en inglés es básicamente porque hablamos de 50 millones de euros. Y es bastante suicida pensar que un proyecto así se puede plantear desde España, rodarla en español y sólo  con actores españoles; y después pretender recuperar lo que ha costado. Eso, unido a que Alejandría era un crisol de culturas y de lenguas, me hacía asumir la convención de que en sus calles se pudiera hablar inglés.

"Ágora" es la historia de una mujer, de una ciudad, de una civilización y de un planeta. El ágora es el planeta, donde tenemos que convivir todos. Hemos intentado mostrar la realidad humana en contexto con todas las especies de la Tierra, y a la Tierra en el contexto del Universo. Mirar a los seres humanos como hormigas, y a la Tierra como una pelotita más que va flotando en un océano de estrellas. Y para eso hemos jugado con el cambio de perspectiva.

A veces pienso que me gustaría, aunque sólo fuera durante cinco segundos o cinco minutos, poder mirar por un agujerito y ver exactamente el pasado, ver cómo era aquella época. Eso es un poco también lo que hemos intentado en esta película, que durante dos horas los espectadores sean capaces de asomarse por un agujerito al pasado.

Desde hace ya años, mis películas tienen que ser un viaje. Ésta lo es en el tiempo y en el espacio.

El conjunto de este auténtico viaje desde que Mateo Gil, Fernando Bovaira y yo empezamos a soñar con el proyecto, hasta la fase en la que nos encontramos en estos momentos, ha sido apasionante. Y mi sueño ahora es que lo sea también para los espectadores. "Ágora" es, en muchos sentidos, una historia del pasado sobre lo que está pasando ahora, un espejo para que el público mire y observe desde la distancia del tiempo y del espacio, y descubra, sorprendentemente, que el mundo no ha cambiado tanto.

(*): Alejandro Amenábar, nacido en Chile pero criado en España desde su infancia, empezó a brillar desde su primera cinta, "Tésis", protagonizada por Ana Torrent y Eduardo Noriega. Luego vendrían "Abre los ojos", "Los otros" y "Mar adentro", la última de las cuales le valió el Oscar de Hollywood. Este viernes estrena en España "Agora", presentada en el último Festival de Cannes fuera de concurso.

Con Rachel Weisz, en el rodaje