Ventura Pons escribe sobre "Mil cretinos"

Pons y Monzó, en el rodaje
Pons y Monzó, en el rodaje
Por Ventura Pons *

Hace más de quince años, en junio de 1994, rodé mi primera película sobre textos de Quim Monzó, "El porqué de las cosas" (El perquè de tot plegat). Con Quim comparto décadas de amistad y diversos trabajos. Nos conocimos a raíz de la publicación, en 1978, de su primer libro de cuentos "Uf, dijo él" (Uf, va dir ell), libro que devoré y que me dejó absolutamente traspuesto por su originalidad, transgresión, ímpetu, capacidad de síntesis y modernidad.

Nos hicimos amigos y le propuse que escribiéramos un guión "original". En aquella época andaba yo muy equivocado con un falso prurito, muy de cineasta europeo engagé y que luego obviamente (o santamente) he superado, de considerar que las películas debían partir de historias originales expresamente creadas para el cine, rechazando la gran tradición de las adaptaciones a partir de textos literarios.

El caso es que nos pusimos manos al guión y después de unos cuantos meses y muchas reuniones de trabajo lo dejamos por imposible (el texto debe yacer escondido en el desván de mi oficina) ya que no le veíamos consistencia dramática alguna que nos satisficiera. Más adelante cuando Monzó vivió un año en Manhattan, donde nos vimos bastante, le pedí que me tradujera al catalán las tres piezas teatrales que componen "Torch Song Trilogy" del gran Harvey Fierstein y que estrené, más bien con pena que con gloria, con el título de "Tres boleros" una aciaga noche de frío y nieve en la Barcelona del invierno del 82.

Durante más de una década Monzó siguió escribiendo, tentó la novela, pero yo estaba colgado de sus relatos que leía apasionadamente, libro tras libro, mientras seguía haciendo cine. En el 93 cuando publicó "El perquè..." es cuando me planteo una obviedad; si lo que me gustan son los relatos, porqué no intentar buscarles una traslación cinematográfica. Esta historia la he contado un montón de veces; releo todo Monzó, voy fotocopiando los textos que me interesan y los divido en dos montones. El más grande corresponde, con diferencia, a relatos realistas sobre problemas en las relaciones humanas: comunicación, amor, desamor, deseo, encanto, desencanto y unos cuantos, pocos, el montoncito pequeño, son los de clave fantástica. Hurgando en estos últimos me doy cuenta de que hay dos, uno sobre la voluntad –el del hombre empeñado en enseñar a hablar a una piedra– y otro sobre la duda –el del buscador de setas, que luego interpretó el gran y añorado Pepe Rubianes, que se encuentra en el bosque con un gnomo con malas pulgas que le ofrece lo que quiera, pero él duda, no sabe ni qué espera ni qué desea de la vida-. Veo que ambas historias son como las dos caras de la misma moneda, la voluntad y la duda, las dos piezas que mueven el motor de la vida y las utilizo para enmarcar un friso minimalista con trece historias más, realistas, de por medio.

Con las historias realistas armé el esqueleto interno del film que, conceptualmente, se me ocurrió ordenar con estructuras dramáticas diferentes. Mezclé monólogos a cámara, dialogación tradicional, historias explicadas con voz en off, y así me fue creciendo ese friso tremendamente divertido, jugando con distintos conceptos narrativos con variaciones en su tratamiento. El placer por lo nuevo, por el no repetirse que es una constante de mi trabajo.

Cuando le expuse a Quim que tenía en la cabeza llevar sus cuentos al cine, me dijo que era imposible. Luego, al leer el guión, me dijo algo parecido a lo que años después me repitió David Leavitt con el guión que había escrito de su "The pageturner", título que cambié por "Food of love": ambos no veían, no se enteraban de las posibilidades cinematográficas de sus textos. Un libro es un libro y una película, una película, así de simple. Mi mirada es la del cineasta que encuentra una historia ajena en la literatura y que la convierte en propia. "El perquè…" me sirvió para reflexionar sobre la vida y el trabajo, en clave de entretenimiento. Significaba a la vez la necesidad de buscar nuevos temas y conceptos narrativos que iban a llegar con mis próximas películas.    

¿Por qué volver a Monzó después del éxito de "El perquè..."? Creo que es muy fácil explicarlo. Sigo adorando sus cuentos, creo que cada vez son más hirientes y el contenido temático de su última obra sufre una evolución pareja a la que he experimentado personalmente o como supongo la mayoría de mi generación. Quim, con los años, ha derivado desde su indagación alrededor de las relaciones humanas hacia "pasar cuentas con el dolor, la vejez, la muerte y el amor" pero sobre todo con la estupidez humana, sin concesiones, mirando a la cara el difícil equilibrio entre vida y miseria humana. Sin renunciar para nada al siempre omnipresente humor, pero la vida, con los años, se ve de otra manera.

Pero sobre todo me he metido en este proyecto porque dándole muchas vueltas he encontrado una estructura narrativa absolutamente distinta. "Mil cretinos" no tiene nada que ver con el friso minimalista de "El perquè…". Conceptualmente se me ha ocurrido establecer una narración divida en tres partes –una pequeña burla de los tres actos convencionales– que presenta un hipotético narrador, escritor de guiones de cine. En la primera nos encontramos con ocho historias sobre la permanente estupidez de estos pobres insectos, los humanos, de corte contemporáneo. En la segunda, revisamos seis cuentos históricos con situaciones y personajes míticos, reales o no, que más da, por todos conocidos y por eso será explicada como si se tratara de cine mudo –una opción que me parece muy divertida, a la vez que rendimos homenaje a la gran tradición escenográfica catalana de inicios del siglo XX-. En la tercera, donde sólo hay una historia, el escritor asiste desesperado a la "never ending" agonía de sus ancianos padres que le obliga a revisitar su infancia y su vida familiar. Él no puede más y casi entra en una depresión pero finalmente será salvado por la aparición de los personajes de los catorce episodios que hemos visto en las dos primeras partes, el fruto de su imaginación, que le piden que no les abandone y que siga con ellos más y más. Es decir, la propia capacidad de creación, de inventiva, tu dedicación a un trabajo que da sentido a tu existencia te puede salvar del triste paso por la vida.

Estructurar, dar continuidad y tener un discurso coherente, desde el punto de vista cinematográfico, utilizando diversos cuentos no es fácil, pero a mí, precisamente, me gustan las cosas difíciles. Y ahora que reincido en este salto de circo lo hago con la red de seguridad que supone el maravilloso éxito internacional que tuve con mi primer Quim. Éxito que nos ganamos a pulso ya que nadie creía en la película pero como, con el trabajo y las ideas, soy muy tozudo, luché y a la vista están los resultados. Con el tiempo he ido descubriendo el gran placer que me produce jugar con estructuras distintas y embarcarme en construcciones narrativas diferentes de la convencionales. Es un poco la marca de la casa.

"Mil cretinos" va de todo ello, de las historias de Quim, de mi gozo por lo nuevo y de la confianza que tengo en que el público lo querrá compartir con nosotros.

(*): El catalán Ventura Pons es uno de los más prolíficos e internacionales de los directores españoles. Al modo de Woody Allen es capaz de autoproducirse prácticamente una película al año. Entre las más conocidas están "Animales heridos", "El por qué de las cosas", "Anita no pierde el tren", "Amor idiota", "A la deriva", "Actrices"...

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