Alejandro Landes nos habla de "Porfirio", premiada en Biarritz

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La película colombiana "Porfirio", de Alejandro Landes, recibió el pasado fin de semana dos premios, el del Jurado y a la mejor interpretación masculina para Porfirio Ramírez Aldana, quien hace de sí mismo, en el Festival de Biarritz (Francia). El cineasta, autor antes del documental "Cocalero", nos detalla en esta entrevista exclusiva con NOTICINE.com su relación con el personaje y el actor, un hombre que para reivindicar su derecho a percibir una pensión del Estado por haber sido tiroteado accidentalmente por la policía y quedar parapléjico, secuestró un avión en 2005.

- ¿Que buscaba con "Porfirio"?
Basicamente lo que la película hace es contar lo que estaba latente detrás de un día que fue muy noticioso en Colombia, el 12 de septiembre de 2005, cuando un hombre en silla de ruedas secuestra un avión que va de la ciudad de Florencia a Bogotá. Cuando tocas algo particular y vas al corazón de una historia muy humana, de una persona, tiendes a encontrar algo universal. Creo que la situación de Porfirio tiene que ver con algo que ha pasado históricamente en Colombia, que es esa tradición de gente que toma la Ley en sus propias manos. Pero a mí lo que me llamó la atención no fue eso, sino que fue una  reacción muy instintiva ir y tocarle la puerta a este hombre que estaba cumpliendo una larga condena de arresto domiciliario. Creo que lo que me interesó fue algo que mucho después pude llegar a ver: esa idea del cuerpo como la cárcel del alma, un hombre que pasa todo el día encerrado en su casa sin poder moverse casi, en una cárcel figurativa y al final el estado lo condenan a una cárcel literal.

- ¿Cómo fue su relación con Porfirio y cómo lo convenció para que le dejara rodar un film sobre su vida con él mismo de protagonista?
Cuando llegué a tocarle la puerta por primera vez, él estaba bastante aburrido de recibir visitas, sobre todo de periodistas para preguntarle sobre lo que había hecho. El sentía que ya no daba ningún fruto todo eso. Luego fue pasando el tiempo y yo seguí regresando a verlo. El pasó más al anonimato. La gente se fue olvidando, hubo más actos violentos... Entre nosotros se bajaron las barreras y yo encontré mi protagonista. Ya en el rodaje fue muy abierto. Cada vez que yo volvía me daba más confianza, y al final él accedió a hacer la película sin siquiera leer el guión. Confió plenamente en mí, y eso hizo de la película algo muy explosivo, porque al no leer el guión debía confiar en mí.

- Porfirio acaba de obtener el premio al mejor actor en Biarritz, cuando en realidad hace de sí mismo, es decir no actua en el sentido propio de la palabra. ¿Como lo dirigió usted?
Cuando ensayabamos todo era puramente mecánico. Yo le pedía que me repitiera las frases, porque buscaba algo automático, que él no pensara lo que decía, sino que más bien estuviera simplemente presente. La mayoría de las cosas que hacemos durante el día no las pensamos y repensamos antes de hacerlas, sino que las hacemos. Eso es lo que yo buscaba con Porfirio, que no proyectara algo distinto de lo que es. Me quería alejar de la representación y buscar la presencia.

- ¿Crée que su película puede ayudarle de algún modo a Porfirio?
Le puede ayudar en un sentido más existencial. Claramente al convertirse en actor recibió un sueldo y eso fue una ayuda. Pero él no es un tipo que va buscando plata. La naturaleza de su hecho violento ya habla de un cierto dramatismo que él busca. Es un grito desesperado de atención de un hombre que no puede caminar pero quería subirse a un avión y volar. Yo me aproveché definitivamente de ese protagonismo que él buscaba, de ese talento dramático. Porque él se torna un personaje mucho antes de llegar yo. El se convierte de Porfirio en un aeropirata, y ahí llego yo y convierto al aeropirata en protagonista de una película. A él lo ayuda de alguna manera a expresarse, que es lo que yo creo que quería hacer, recuperar un grado de identidad.

- Su película es bastante inclasificable, ficción o documental o ambas cosas a la vez...

A mi no me interesan tanto los géneros. Yo no pensé en ficción o documental, o intentar encajonar lo que estaba tratando de hacer dentro de un cierto género, sino producir las sensaciones que me parecían más interesantes. Y en eso decidí  escoger varios espacios reales, gente sin un bagaje de actuación profesional, para crear lo que es una realidad imaginada. Porque mucho de lo que ves en la pantalla, las relaciones y los lugares, no existen tal y como están tratados, sino que son pedazos de realidad que juntos crean una realidad paralela. Creo que ahí produce algo bastante inquietante, en lo que el espectador no sabe si lo que está viendo parte de la realidad o es pura ficción. Inclusive la película no se basa en eso, en el sentido de que no empieza diciendo "basada en un hecho real", sino que sólo al final revela que parte de lo que estás viendo ha sido algo real y el protagonista es el mismo.

- "Porfirio" lleva una amplia trayectoria en festivales. Hágame un balance sobre su recepción...

El estreno fue muy especial, en Cannes, una experiencia increible para mí y para la película. Lo que sí sentí desde ese momento es que es un film que la gente no sabe clasificar, que causa extrañeza e inquieta. A la gente que es "fan" del documental le llama la atención, pero para los de la ficción también, porque hay un juego entre algo muy estilizado en la puesta en escena y en la entidad visual, pero sin embargo algo muy natural en la gente, como se mueve en su espacio, una cierta presencia muy natural de los actores en particular. Eso a todo el mundo le ha causado algo inesperado e inquietante porque no saben encasillar la película, y no saben qué tanto de lo que ven existe o no en el mundo. Qué es o no real. La gente no puede ver la película desde una distancia cómoda. Ha ocurrido así en diferentes lugares donde se vió la película.

- ¿Qué es lo que más llama la atención?
La gente se mantiene muy pendiente, porque es muy fuerte ver una película con un discapacitado, con alguien que no puede moverse a partir de la cintura hacia abajo y sin embargo encuentran mucho amor por la vida, y muchas contradicciones: alguien que es a la vez victima y victimario, que es como un hombre pero también tiene algo muy de niño, que me parece que por lo general a la gente le llega. "Porfirio", por su complejidad, les toca, y sienten que un hecho que al principio parecía tan raro y extraordinariamente violento, un hombre en silla de ruedas que secuestra un avión escondiendo explosivos en sus pañales... al final lo ven más cercano. Es un personaje al que sientes mucho más cerca.

Alejandro Landes, premiado en Biarritz


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