Crítica: "La reconstrucción", nuevas vías de redención

Peretti reconstruido


Por Edurne Sarriegui

Esta semana se estrena en Argentina "La reconstrucción", con guion y dirección del cineasta local Juan Taratuto. Después de las reconocidas comedias "No sos vos, soy yo" (2004), "¿Quién dice que es fácil?" (2006) y "Un novio para mi mujer" (2008), el realizador incursiona por primera vez en el drama, un terreno nuevo en que algunos echarán de menos la efectividad y el ritmo que mostró en el humor, aunque finalmente el resultado sea convincente. Encabezan el elenco Diego Peretti (Eduardo), Alfredo Casero (Mario) y Claudia Fontán (Andrea).

La primera escena ya comienza reclamando la atención del espectador cuando muestra a Eduardo circulando por una solitaria ruta del sur argentino y ante un auto accidentado y el pedido de ayuda de una mujer permanece indiferente y sigue su viaje. ¿Qué ocurre con este personaje que reacciona de manera tan inesperada para la mayoría de la gente?  Ese planteo ya despierta nuestro interés y no nos veremos defraudados porque la respuesta la obtendremos a lo largo de la trama.

El protagonista vive en Río Grande, trabaja en un yacimiento petrolífero y vive solo. El árido y desolado paisaje parece el retrato del alma de este hombre, vacía de emociones, sin un lugar para las relaciones humanas, sobreviviendo en una casa que dista mucho de parecer un hogar. Vive concentrado únicamente en su trabajo rechazando cualquier relación fuera de esa actividad.

A pesar de eso, acepta viajar a Ushuaia ante la insistencia de un viejo amigo que necesita su ayuda. Atravesar la cordillera que separa las dos ciudades le pondrá no solo ante un nuevo paisaje sino que será también la oportunidad para superar la barrera que le separa de todo vínculo.

En esta primera parte y debido a la soledad autoimpuesta en que vive, Diego Peretti compone un  personaje casi sin palabras al que conocemos más por sus gestos y sus acciones. A lo largo de la historia se va quebrando la dureza  y la actuación de Peretti muestra las emociones más profundas de su personaje.

Al llegar a la nueva ciudad se ve inmerso en una vida familiar que rechaza pero las circunstancias extremas le obligan  a involucrarse y más tarde a liderar a esta familia rota e inmersa en el dolor. Vivir ese dolor ajeno le permite exponer el suyo e iniciar el camino hacia la reconstrucción de su vida.

La película resulta atractiva tanto por su historia como por sus actuaciones y las características de los lugares donde se desarrolla. Si bien, según sus propias palabras, el director trató de no hacer una película de paisaje, es inevitable reparar en la belleza del canal de Beagle o en los bosques de lengas de Ushuaia.

El film hace especial hincapié en la vida cotidiana de la ciudad más austral del mundo, situada en una isla al final del continente y dividida por las estribaciones de la cordillera de los Andes. Con una población migrante y sin vínculos familiares  en su mayoría, lo que genera  que en situaciones de necesidad tiene que recurrir a amigos y vecinos, la historia encuentra aquí su marco más adecuado.