Crítica: "El prisionero irlandés", la retaguardia de la Independencia con óptica femenina

''El prisionero irlandés''


Por Edurne Sarriegui

"El prisionero irlandés" es la tercera obra del realizador argentino Carlos Jaureguialzo ("Tres Pájaros", "Matrimonio"), en este caso acompañado en la dirección por Marcela Silva y Nasute. El guión, escrito por la codirectora, fue primer premio en el concurso de guiones "La vida cotidiana durante los años de la independencia" convocado por la provincia de San Luis en el año 2008. Filmada en dicha provincia, la película trae a la pantalla un drama romántico que se desarrolla durante los primeros años del siglo XIX.

Soplan vientos de revolución e independencia en el Virreinato del Río de la Plata. En 1806 Buenos Aires fue ocupada por una expedición inglesa con el objetivo de incorporarla a las colonias británicas. Cuarenta y cinco días después fueron expulsados por la flota española organizada desde Montevideo por Santiago de Liniers y la resistencia de los porteños y habitantes del interior del virreinato. Este éxito aumentó el entusiasmo de los grupos independentistas.
Los prisioneros ingleses fueron enviados a los territorios más remotos para alejarlos del puerto y evitar así cualquier acción que pudieran realizar en favor de su ejército. Entre ellos está Conor  Doolin (Tom Harris), irlandés al servicio de la corona inglesa. Trasladado a La Carolina en la actual provincia de San Luis, conocerá a Luisa Ochoa, joven  viuda, y se enamorarán.

La historia pone el foco de atención en Luisa, la protagonista a la que la actriz Alexia Moyano logra imbuir de la fortaleza que el personaje requiere, dispuesta a permanecer en su tierra a pesar de los peligros que eso entraña y contra los deseos de su cuñado que pretende protegerla. No es Luisa precisamente una mujer que pida protección. Por su parte Colin, perteneciente a un pueblo sojuzgado, trasplantado a tierras absolutamente extrañas, mira desde afuera una lucha que no es suya. Si bien las referencias bélicas son permanentes la acción transcurre lejos de las batallas, mostrando la vida de las mujeres que quedaban en esas circunstancias a cargo de bienes e hijos y enfrentando la dureza de la vida en zonas de frontera.

En este film, los personajes secundarios interpretados por Manuel Vicente, Alberto Benegas, Juan Grandinetti y Nicolás y Tomás Stadler cobran importancia por el papel paradigmático que les toca jugar en la historia.

"El prisionero irlandés" habla del apego a la tierra, del sentimiento por la patria, de las pérdidas, de los sacrificios individuales por el bien común y el futuro.  Se nota el cuidado por los detalles. Desde el arte que muestra con fidelidad enseres y aperos de la época, hasta la música de Santiago Adano que mezcla ritmos folclóricos argentinos con acordes e instrumentos irlandeses, pasando por las ilustraciones de los títulos realizados por el actor protagonista.

Esta historia ficcional dentro de un marco histórico, resultará interesante para aquellos que disfruten de los relatos de época ya que aporta la particular perspectiva de las mujeres durante los difíciles tiempos de la independencia.

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