Triángulos, almíbar y otros excesos en el cine contemporáneo de la India

Krrish
Krrish
La semana dedicada a Bollywood en la Habana transcurre con penas y discretas glorias. “Krrish”(2006), de Rakesh Roshan, empieza y consume sus primeros 30 ó 40 minutos de manera satisfactoria: un canto a la naturaleza donde el protagonista es casi uno con el resto de los elementos de flora y fauna, paisajes y recovecos que no tienen secretos para él.

Incluso, con la llegada a la urbe (ese imponente Singapur que lo deslumbra y desconcierta) uno piensa que la cosa va de los contrastes entre “civilización y barbarie” y algo de veras hay en esta historia de amor donde, como aderezo (habitual en las producciones bollywoodenses) hay excelentes coreografías realizadas sobre pegajosas tonadas que el poderoso sonido de la “Chaplin” trasmite a la perfección; sin embargo, como de veras hay que hacer malabares (muchos más que los del héroe) para llenar casi tres horas de proyección, el film se convierte en un híbrido entre futurista y aventurero, con esa identidad del personaje central conformada sobre la base de los inderrotables mitos del cine yanqui: mezcla de Superman, Batman, Hombre Araña pero a la vez superándolos a todos, este Krishna enmascarado despliega una serie de escenas que de tan truculentas y efectistas resultan simplemente ridículas; pudiera hasta pensarse en cierto guiño irónico por parte del director, si no fuera lo serio que parece todo, y en serio: “Krissh” se convierte en una payasada melodramática con abundantes elementos de thriller de pacotilla, a la que poco después de la segunda parte no salva ni el médico chino (ni por supuesto indio).   

Mejor resuelto, “Algo está ocurriendo”(1998), de Karan Sohar (film ganador de 8 premios Filmfare, entre ellos mejor película y director del año; tres premios Screen Weekly Awards y séptimo lugar entre las 20 películas más taquilleras del cine hindú) se pasea con éxito entre la gravedad y el humor, para seguir, tras una suerte de prólogo un tanto almibarado, un triángulo amoroso en varios momentos: Anjeli ama a Rahul, pero éste solo la ve como su mejor amiga de la escuela y no percibe los sentimientos de la chica. Un día llega al colegio la bellísima Tina, hija del director, y Rahul se enamora de ella de inmediato. Al comprobar que Tina corresponde a la pasión amorosa de Rahul, Anjeli decide marcharse de la ciudad…Aquí el tono, o la oscilación entre varios que alternan melodrama y comedia, aderezado como siempre con disfrutables coreografías y agradable música (que llega siempre en arreglos muy contemporáneos y bien sonantes) es mucho más coherente, y aunque siempre sobra (además de metraje, claro) lágrima y énfasis, se trata de una  conseguida pieza, que ya viéramos en una anterior semana pero no ha sido desagradable repetir.

A pesar de las puntuales limitaciones de estos filmes que se agregan a las ya aludidas a propósito de la muestra toda (deficiente subtitulado, excesivas duraciones), la sala Chaplin se muestra repleta en sus tres tandas, prueba de que Bollywood seduce tanto a los cinéfilos habaneros como su pariente y cuasi homónimo occidental.