Cineastas argentinos exigen resolver los problemas financieros del INCAA (I)

por © DAC-NOTICINE.com
Liliana Mazure preside en INCAA desde hace más de dos años
Liliana Mazure preside en INCAA desde hace más de dos años
Por D.A.C.*

Todos los cineastas argentinos estamos orgullosos y honrados por la legislación cinematográfica vigente que con mucho esfuerzo supimos conseguir para nuestro país, como por la existencia del organismo autártico que la aplica. Y es precisamente en defensa de nuestra Ley de Cine y nuestro INCAA que es urgente y necesario reflexionar y llamar la atención de las actuales autoridades sobre el estado que presenta a la fecha el organismo, inmerso en un alarmante cuadro de situación, el cual  resulta imperioso revertir con la unión y el trabajo en conjunto de todas las entidades de esta industria cinematográfica.

Más allá del retrasado Costo Medio de un largometraje nacional, de los ya exiguos montos de financiación resultantes y de la ausencia de apoyo efectivo para los lanzamientos, el problema para la gran mayoría de cineastas que realmente dependen de esa financiación, se presenta cuando además aparece en escena la llamada “disponibilidad presupuestaria”.

Esto significa lisa y llanamente un largo y devastador peregrinaje por el INCAA en busca de los recursos que aparentemente estarían otorgados, pero que no se cobran porque la plata no está.

Así, en muchos casos se demoran y desdoblan meses y meses todas las etapas de producción, complicando la terminación de las películas cuyo promedio actual de tiempo total de realización en estas condiciones es de casi 3 años desde el desarrollo del proyecto hasta el difícil y penoso estreno.

Sin olvidar a todos los distintos trabajadores de la actividad y sus respectivas familias involucradas, quienes son sometidos a una permanente incertidumbre sobre  su fuente laboral, sin poder contar nunca con una fecha cierta para afrontar sus compromisos de vida, basados en las obligaciones contraídas por un organismo del estado.

Si bien es cierto que todos los que hacemos cine en nuestro país asumimos los riesgos de nuestra profesión, por lo menos, con todo respeto y humildemente, necesitamos saber de que se trata.

Hallar respuesta a todas estas preguntas que surgen de la situación que detallamos, motivan este editorial.

La Presidencia del INCAA ha recibido por parte de nuestra entidad - y nos consta de varias más - reiterados pedidos con propuestas de cambio para aliviar la situación y tratar de corregirla, sin embargo se ha hecho caso omiso de todas las presentaciones y parece que, como anteriormente sucediera, se ha preferido detener el barco en medio de las agitadas aguas que lo sacuden.

Con créditos parados por resolución interna, demora en la liquidación de adelantos de subsidio, reglamentado pero discrecional en su salida, y último milagro para las ya malogradas producciones que esperan ese salvavidas.

Ahora trasciende que no habrá otorgamiento de nuevos créditos hasta marzo del 2011,  sin siquiera una mínima explicación a todos los sectores que componen esta industria, y que ya han contraído obligaciones de cara a futuras producciones.

La disconformidad se generaliza en ascensores, pasillos, sindicatos, comités y rodajes parados o sin poder comenzar, ante la inquieta mirada de las entidades que son las primeras que reciben las lógicas protestas individuales.

Así y todo, no obstante la mejor buena fe y voluntad, termina siendo necesario ponerse firmes ante una actitud que desfinancia y somete a la quiebra profesional, económica y moral a la inmensa mayoría de los directores autores, también productores de sus obras, quienes acaban incluidos en un “perverso” listado de "deudores".

La inclusión en dicho listado, que finalmente es provocado por los propios incumplimientos del INCAA, impide a los directores/productores continuar con su actividad profesional.

Mientras tanto el organismo tolera sin ningún tipo de sanción para los funcionarios que lo provocan, la falta de pago en tiempo y forma de las Cuotas de los Créditos otorgados, conforme a los Acuerdos de Mutuo, firmados según marcan las reglamentaciones promulgadas por el propio INCAA.

Se debe sumar a esto la demora en la liquidación de los Subsidios Devengados, trabados infinitamente en su pago por la falta de Reconocimiento de Costos definitivo, cuya certificación final insume meses y a veces años, en diferentes áreas del Instituto.

Costos de Producción que terminan envueltos en una maraña insoportable de burocracia y Reglamentaciones que poco tienen que ver con la Industria Cultural que el Cine representa.

Reglamentaciones que solo benefician a quienes las crean y las apoyan; haciendo crecer cada vez más y más la planta de empleados que ya supera las 700 personas, a quienes las Gerencias pagan sus sueldos rigurosamente a fin de cada mes como corresponde, sin prestar atención ni estar urgidos en forma alguna por la falta de fondos que sustentan el principal motivo de existencia del INCAA: la financiación de las películas.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

¿Es quizás nuevamente este el momento límite en que históricamente toda la industria se une para pedir que se cumpla con la Ley?

Si fuera así, todos los sectores -Consejo Asesor mediante- deberán reflexionar y exigir a las autoridades del INCAA  la definitiva corrección de todos estos errores paralizantes.

Poniendo énfasis y trabajo en un plan en conjunto que ataque y solucione el fondo de cada cuestión, y no solamente improvisando y emparchando perimidos planes de fomento generados en otras épocas y bajo otras muy diferentes circunstancias.

Hay un despertador que está sonando y llama simplemente a pensar y requerir:

Habiéndose a principios de año anunciado desde la Presidencia del organismo un Fondo de Fomento de Doscientos treinta millones de Pesos, ¿donde esta el dinero que debe financiar normalmente en tiempo y forma a todas las películas nacionales que el INCAA anualmente declara de Interés?

(*): Este artículo nos ha sido remitido por la Asociación General de Directores Autores Cinematográficos y Audiovisuales de la Argentina, fundada en 1958, y que agrupa a numerosos cinestas profesionales, entre los que se sitúan Manuel Antín, Adolfo Aristaráin, Héctor Babenco, Tristán Bauer, Fernando Birri, Juan Carlos Desanzo, Leonardo Favio, Juan José Jusid, Bebe Kamin, Alberto Lecchi, Héctor Olivera, Marcelo Piñeyro, Luis Puenzo, Fernando Solanas, Juan B. Stagnaro, Eliseo Subiela o Aníbal Uset.